domingo, mayo 31, 2009

LA SOLEDAD JUNTO A LA ESPERANZA...



ILUSTRACIÓN DE RAY RESPALL ROJAS.


ESPEJO*



Voy a contarte todo.
Para que sepas algo de tu especie de tierra.
Para que no me olvides.
Yo, no tengo recuerdos, ni peces, ni banderas.
No tengo olvidos, de simios, de manzanas.
No llevo báculo, ni cruz.
No se de donde vengo, menos adonde voy.


Te sorprendí en remolinos polvorientos.
Tropecé con la huída de otros muertos.
Asistí a tu primer nacimiento.
Observé el primer alegato de tu tajo.
Lloré contigo poniendo nombre al alba
Resolvimos la teoría del binomio.
Desciframos tus huellas dactilares de ave y saurio.
Vi como te crecieron las uñas.
El pelo, los pies, la indefensión.
Oímos voces que venían de otras voces.
Yo fui el primero.
Áspera cizaña. Torpe milagro de los médanos.
Seré el último testimonio de tu reloj de arena.
Tú, volverás al polvo.
Yo seré Cristo. Gilmamesh. Siempreviva.
Acaso… espejo.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar








*


En lo recóndito de su mente habitaba un paisaje de nubes. Mil formas esculpían las huellas de su memoria. Como constelaciones antiguas delineaban formas arquetípicas.
Pasaban como en un efecto dominó. Algunas eran livianas como los globitos de agua jabonosa soplados en el recreo de la niñez. Otras, subían por el ascensor de la candidez., creyendo que no iban a explotar nunca. Extasiada por la magia de la aventura, en cada esfera de brillo estaba inscripto un deseo. Con letras de delgadas inusuales se leía una ilusión, una utopía.
Quería pilotear un avión por el que planeara por las más altas cumbres, para conquistar los sueños de libertad con una paz indescriptible.
En otra bomba flexible buscaba el enigma del amor, se descomponía en varias fracciones. En esquelas radiantes aparecía la amistad, ese don de contar con momentos de risas y cooperación. Inmediatamente el proverbio de la confianza, difícil de conquistar con la compañía incondicional. La palabra dialogo tamizada por el encuentro se desdibujaba rápidamente, por la labilidad de las volutas. El pensamiento, en remarcadas letras mayúsculas se hacía dificultoso de aprehender. Había que hacer un gran esfuerzo para entender el significado. Ésta suspensión iba cambiando por el hálito de la investigación, pero siempre, aparecía alguna fórmula que enredaba por el agudo afecto que lo rodeaba. Con signos coloreados de rojo el letrero de pasión estaba enlazado al enamorar. Otra esfera móvil se desprendía de la anterior. La vacilación del sentirse querida nublaba el movimiento continuo.
La permanencia de los deseos, sin un camino directo recorría por sí mismo su trayectoria. No buscaba algo tan estático, pero tampoco tan inestable.
Quería tener para si, los momentos de perpetua felicidad, sin inquietarse por alguna amenaza por el paso del tiempo.
Era una creencia incidente de la infantil estabilidad, contada por los mayores con solvencia. Cuando todavía existe la opinión de que los grandes son todopoderosos y su sentencia es la más certera. En un principio esas firmezas le pertenecían. Las espirales seguían inventando mil caminos por recorrer. Y allí fueron surgiendo la fidelidad, la valentía palabras tan extraordinarias y sutiles. El lenguaje del amor insistía en estar en el presente. Con un color entre rosa y celeste la impronta de esa magia la aturdía.
Estaría realmente enamorada? Podría ser leal a sus impresiones?
Luego de admitir el presente sería siendo la misma?
En un momento observó un vidrio astillado por una piedra, que había dejado un sello de violencia. Ajena a esta situación, se sintió perdida en el enojo, las pompas de jabón cayeron descompuestas como en un día de tormenta. Sus labios apretados y fruncidos por el egoísmo de otros la sacaron del esparcimiento. Se había quedado sin fichas. Se sintió turbada por la desesperación y el desconsuelo. ¿Que le ocurrirían a sus anhelos, se perderían por el espacio o algún alma envidiosa se los había usurpado?. La ira se convirtió en una bola pesada de metal. Quería vengarse del peligro de perderse contaminada por el odio.
Pero más tarde, en ese vidrio astillado al observarlo detenidamente, comenzó a descubrir lo que era la vida. En cada ranura de cristal mellado, detenidamente se puso a observar el sol, él se descomponía en varios colores, predominaba el verde y el celeste. En una trama circular destellos de luces comenzaron a hacer círculos semiabiertos. En todos había corrientes, según como se acercara a mirarlos. Eran muchísimos estaban llenos de fosforescencia.
Con entusiasmo, entre tanta belleza sus deseos volvieron a flotar, quizás necesitaba de ese choque abrupto con la realidad.
Por un instante se animó a entender que la vida es una confluencia de dichas y entretelones.-



*de Azul azulaki@hotmail.com






EL ENIGMA DE LAS PIRAMIDES*
-Parodia-


Es sólo una chanza, pero vea Usted que muy descabellado no sería si uno lo piensa bien, sígame con atención, déjeme que le proponga una cosa, a ver que le parece…
Yo, me devané los sesos, y he llegado a esta interesante conclusión, que seguramente lo va a sorprender:
Para mí los antiguos egipcios no levantaron las famosas pirámides, no las fueron levantando, más bien las bajaron….- Digamos, no las construyeron apilando bloques, alzando muros en el quemante desierto.- No.- No del modo que siempre lo entendimos, como nuestros albañiles harían paredes apilando ladrillos, camada tras camada, una sobre otras hasta terminar a la altura deseada.-
No, No.- Para mí empezaron a construirlas desde arriba.- Precisamente desde la puntita, y vinieron bajando.- Eso sí, fueron meticulosos, unos verdaderos artífices.- Una punta que hoy está un poco desmochada, como puede verse; quizás algo carcomida por la erosión de miles de años.-
Déjeme mostrarle a lo que llegué lucubrando supuestos por cierto posibles, coherentes y muy, muy sensatos…
Mire:
Siglo tras siglo, decenas de siglos, la humanidad se planteó cómo, e incluso quienes, habrían construido las monumentales pirámides de Egipto.-
Tanto se trató y tanto se tardó en elaborar alguna explicación para comprender cómo se superaron los requerimientos de semejantes obras, que finalmente se lo tildó de verdadero misterio, un enigma, quedando desde entonces pendiente entender coherentemente tamaña empresa, y máxime en tiempos tan remotos donde los medios eran en extremo precarios y rudimentarios.-
Al fin, en los últimos tiempos, el hombre con sus avances de la ciencia y la técnica, quizás un poco humillado o tal vez algo empequeñecido frente a una proeza semejante de los antiguos, creó toda clase de teorías que lo explicaran.- Se han sostenido aún las más descabelladas, y tenemos que reconocer que todavía la que aparece como la más sensata, deja mucho que desear y plantea tantos interrogantes que se vuelve a su vez disparatada en sí misma.-
Piedras de varias toneladas, cientos de miles, acarreadas cientos de kilómetros y manipuladas, ¿Cómo? ¿Con qué?, y encimadas hasta ciento cincuenta metros de altura, tomando como referencia la de Keops, que si bien es la más grande no fue la única; piedras que elevaban empujándolas y tironeándolas sobre rampas extensas de leve declive, por cientos de miles de esclavos, haciéndolas rodar sobre rolos de palos hasta el plano en el que iban construyendo la pirámide.-
Se dice fácil.- Ahora imagine usted tamaña rampa, que debería estar de algún modo pavimentada, para que rolen los palos debajo del peso de semejantes piedras y no se enterraran en el suelo.- Piense también que por cada camada de bloques que colocaban, unas cuatro manzanas de base al comienzo, que poco a poco se achica a medida de crece; debieron ir engrosando la rampa para ir apareándose en altura y alargándose y anchándose lo necesario.- Pero vea también, que al ir llegando arriba se necesita una altura igual a la punta del monumento, y un ancho al nivel del suelo de quizás no menos de trescientos metros, lo que daría al mismo tiempo un largo de varios kilómetros para que la subida sea todo lo suave que requiera la tarea.- Digamos que al menos en volumen, la rampa en sí misma, fue por lejos varias veces bastante más grande que la pirámide.- Ahora ponga a cientos de miles de obreros a complicar la escena.- No es fácil imaginar cómo transportaron y apilaron tanta tierra.-
Pensando que este fue el modo más factible, terminada la pirámide, deshagamos la rampa, hagamos desaparecer la tierra amontonada, apisonada, y quizás pavimentada una y otra vez.- Y esto no se pudo evitar.- El desierto es grande, habrán desparramado la tierra perdiéndola entre tanta arena, pero miren que hay que desparramar millones de metros cúbicos, y no había topadoras ni “bulldozer” ni nada parecido, y no estoy seguro si ya habrá habido carretillas.-
Ni hablar del transporte de los bloques de piedra de la cantera, hasta y desde el río, aceptando que eran fletadas en pequeños e inestables barcos de aquella época, y toda la manipulación que habrá requerido para extraerla y cargar, descargar, y todo lo que eso conlleva.-
No.-
Usted piensa todo eso y ya deja de ser tan factible como parecía.- Ya no es tan sensato.- No sé cuantas teorías tratan de explicarlo, pero no aguantan muchos análisis, se caen solas.-
Algunos hablan de extraterrestres, y ahí uno tiende a encontrarlo sino más sensato, por lo menos más atrayente; pensar qué fácil sería para ellos en grandes platos voladores, anulando la gravedad a su total voluntad, creando sus propios campos magnéticos, transportando y apilando a la perfección, en cuestión de un rato, todas las piedras necesarias, sin necesidad de esclavos, y ni de un solo latigazo.-
Otros hablan en concreto de los marcianos.- En Marte se encontró, al menos aparecen en las fotos del suelo, tomados por la sonda “Mariner IV”, bien claritas, dos o tres pirámides que podrían tener alguna relación con las de la tierra.- Construidas por la misma ingeniería.- Parece que antes de hacer éstas, estuvieron probando el proyecto en un planeta que tiene cierta similitud, a ver qué tal les salían.- Todos sabemos que los marcianos están pero por lejos muchísimo más adelantados que nosotros.- Ellos en sus naves de combustión fotónica, ya entonces eran capaces de estar aquí en segundos, y posiblemente traer elementos como grandes grúas y máquinas gigantes que podían fácilmente ser ensambladas en el desierto, por inteligentísimos robots, que en lo que tarda en escupir un camello, le hacían una, o dos, o tres pirámides; o las que usted quisiera, e incluso alguna esfinge, eso sí, ya se ve que a otro precio, porqué terminaron haciendo sólo una.- Eso ya era una pieza artística mas compleja.-
Es una teoría bastante razonable, mucho más sensata que la de la rampa.- Lástima que se sabe tan poco.- ¿Por qué habrán dejado de hacerlas?, ¿Por qué no las siguieron haciendo?, ¿Por qué dejar a los subsiguientes faraones que terminaran enterrados en el subsuelo, bajo la arena, sin la gloria de los anteriores que tuvieron sus propias pirámides?
La verdad, que de haber sido así se explicarían muchas cosas, y estarían solucionadas con ello una serie interminable de planteos.-
Piense en el ahorro de salarios, cargas sociales, que si bien no eran altos sí eran millares, y ni hablar de la comida.- Parece nada, pero haga usted de comer, día a día, para cien mil, o el doble, de personas hambrientas, con lo poco que habrá habido entonces en el desierto.-
Pero claro es como creer en la magia.-
Además, no está probado que seres de otros planetas hayan visitado alguna vez la tierra, y media humanidad niega incluso su existencia.-
Ya ve, ninguna teoría aguanta.-
De todos modos yo tengo la convicción de que es posible una explicación más sencilla.-
Yo creo que los egipcios no trajeron piedras, ni tierra de ningún lado.-
Ni siquiera apilaron los bloques unos encima de los otros.-
Nada de eso.-
Tallaron lisa y llanamente las pirámides de enormes rocas que emergían aquí y allá, aisladamente en el desierto, como las “Ayers Rocks” en la inmensidad Australiana, que surgen imprevistamente solas en un inmenso llano; aunque las del desierto Egipcio habrían sido varias y dispersas, y no necesariamente tan gigantescas.-
Construyeron así cada pirámide de acuerdo al tamaño que le permitió cada roca y en el lugar en que emergían esas antiguas formaciones geológicas.- Estuvieron allí millones de años.- Las tres mayores casi juntas, las más pequeñas, algo separadas y como al azar en las cercanías.- No quedó sin tallar ni una sola roca saliente en la arena, ni de muestra; hicieron pirámides de varios tamaños ocupando todas y cada uno según se sucedieron los faraones.- Los últimos, como no quedaban pedregones disponibles, volvieron a ser enterrados en las rocas pero debajo de la caliente arena de Egipto.-
Los faraones que tenían fija la idea de perdurar más allá de su muerte, aparte de embalsamar sus cuerpos y protegerlos en sarcófagos de oro, hicieron tallar sus tumbas en ellas, quizás escuchando algún ingeniero visionario de su corte, que pensaba tanto en la gloria como su propio rey.-
No tuvieron más que ir recortando la roca empezando por la punta de arriba, dejando que el descarte cayera simplemente al suelo, no hicieron más que recogerlo y quizás lo utilizaron sí, como relleno al borde del río.- Hoy no debe encontrarse rastros de todo eso, porque la arena en cuatro o cinco mil años, se ha tragado todo vestigio, junto con la erosión de las periódicas y bíblicas crecientes del Nilo.-
Como las pirámides en principio eran macizas, no les resultó difícil horadarles pasadizos y cámaras funerarias y toda la parafernalia de túneles revestidos y cubiertos de jeroglíficos, que deslumbraron a la humanidad de todos los tiempos.-
Algunos arquitectos buscando dignos refinamientos, quizás en épocas posteriores, cincelaron en sus superficies inclinadas de cada lado, ranuras imitando las juntas de supuestos bloques, con tanto acierto que siempre se pensó, equivocadamente, que cada pirámide era un magnifico amontonamiento de recuadradas piedras, colocadas con tamaña precisión; incluso, ¿porqué no?, pudieron revestirla en parte con mármoles, que saquearon en tiempos recientes para construcciones ya más modernas, como en palacios de El Cairo.-
Con la Esfinge, vecina al mayor de estos monumentos, está claro que habría tenido el mismo origen, y tal vez tallada en el mismo montículo pétreo, aunque eso sí, quizás los fines fueran más religiosos, o políticos, y fue durante miles de años la más grande imagen sagrada que representó toda una civilización.-
Aunque no tan sagrada para los europeos como los soldados de Napoleón Bonaparte, que en la campaña egipcia, entre batalla y batalla, hacían prácticas con su artillería, afinando la puntería contra la milenaria e impertérrita silueta de la Esfinge; que según dicen habría perdido así, su otrora preciosa nariz, y parte de su cara.-
Es, ya ven, sólo una teoría más, una de tantas;
Un poco en broma, un poco en serio.-
Pero a mí me parece que podría ser la más sensata.-



*de Celso H. Agretti, celsoagr@trcnet.com.ar
AVELLANEDA (S.Fe)
05/08/04






PORDIOSERO Y REY*


<<…Estaba abrazada al suelo
diciendo un nombre…>>
A.P


Nosotros los que pedimos por Dios
¡Por Dios! rebuscando en la propia basura
Pasiones que nos elevan sobre la Miseria
Encontrando en el Pan duro de la devoción
Raspando con los dientes compasivos
Inclusive llagar hasta el hueso
La llaga expuesta a la caldera del levi-atá-n
Quieto abierto al mundo
Éxtasis de sentarse mirando mirando
Sin mirar hasta perder la conciencia
Esponsales donde el cuerpo y el corazón se aceptan
Para toda la vida que dure para siempre
Mientras dure.
El susurro de la inoportunidad
Grazna sobre el aire secreto de la existencia
Nos revelamos ante la unidad del mundo
Desde que el mundo es mundo
Separamos con cortina
De siete des-velos que dancé hacia Él
La belleza Animal sobre su Montaña
Dios no promete ni cura ni repara de antemano
Hay que decir que no Hay que decir que si sí
¡Lucidez abrumadora!
¿Hasta dónde un hombre está preparado para amar?
Hay que Amar como Ama Dios.
O como Dios manda.

En busca de la Lluvia
En nombre del temazcalí del Trueno
Con la cola de zorro plateado como llavero
No pronunciaré las palabras rituales
Cuando una puerta se cierra.

Noche dentro de esos Ojos
Taquicardia acelerando al impulso
Zar-paso de la leona
En la custodia de lo que se Crece cierto

¿Te atreverás con tu hocico de Fuego
A rugirme otra vez sobre el eco de la disfonía?

¿Te atreverás a saltar con las pasiones
Sobre las pasiones mismísimas del averno?

¿Te atreverás a desgarrar el nudo
Que nos ata por el mismo miedo?

O serás el zarpar
La Vela
Que encendida Sopla sobre
El viento del mar de los sollozos.

Ocho gritos reman a contraluz en el infierno
Ocho gritos a mi boca le dan la Luz de la Palabra.
Ocho silencios fueron asesinando al Silencio.

Qué haré con tanto beso de Verbo
Pariéndome por el tajo
Impronunciable
Del vocablo
Herido.


*de Fanny G. Jaretón.
-Enviado para compartir por Ruben Vedovaldi. rubenvedovaldi@netcoop.com.ar







A CINCUENTA AÑOS DE LA MUERTE DE RAUL SCALABRINI ORTIZ


El intelectual desgarrado*


Intelectual central para entender una época, hizo la autopsia de la economía británica en Argentina, defendió la neutralidad en la guerra, continuó la elaboración de una metafísica de la Patria y su gente. De Forja a su larga continuidad, dos reflexiones sobre un personaje necesario.



*Por Horacio González
OPINION


Scalabrini manejaba teodolitos y aparatos de mensura. Un remoto temple positivista reinaba en su conciencia literaria. ¿Dónde y cuándo, como si fuera un narcótico salvador, se aloja en su profesión de agrimensor el tema del "hombre colectivo"? Se diría que siempre en Scalabrini convivieron los humores del positivismo paleontológico -herencia paterna- y los arrebatos del escritor sorprendido por el mito, la "creencia como magia de la vida", cuestión que toma de Macedonio Fernández.
Pudo haber sido un aguafuertista, como Arlt. Algo de eso hay en La manga, sus cuentos de la década del veinte. Pero Raúl Scalabrini Ortiz abandonaría muy pronto su tributo a una literatura influida por aires decadentistas.
Allí estaban la angustia de las muchedumbres, la relación de la locura con el genio y las memorias en primera persona de escritores desesperados.
Se equivocaría con él Hernández Arregui cuando festeja el discurso de la economía política crítica que informa la obra de Scalabrini, pero intenta separarlo de lo que llama las "neblinosas concepciones" tomadas de la obra macedoniana. No es así, una cosa está enlazada inseparablemente a la otra.
Sin el autor de Papeles de Recienvenido no hay Scalabrini. Ni hay tampoco Borges o Marechal. Y tampoco hay Scalabrini sin el extraño telurismo que obtiene de la obra de Ameghino, apenas trasladándolo del naturalismo evolucionista hacia el cariz vitalista de un encierro moral que un día
obtiene su resarcimiento súbito.
Scalabrini tuerce destinos literarios y científicos, de todo se impregna y todo reutiliza bajo su sello original, su revelada arrogancia. Con esas herramientas de desobediencia no solo leyó la historia de una postración nacional, sino que puso las bases para que no se pudiera hablar de imperialismo sin postular un sujeto moral en permanente convulsión. Esas "muchedumbres" que ya estaban en su obra juvenil, que recibe de la literatura social modernista. También presentes en El hombre que está solo y espera, lo que lo acerca aunque sea alusivamente al hombre social que surge de la venerable leyenda de la tierra poseída en común, que habían postulado los populistas rusos en el siglo XIX.
No es que Scalabrini manejara estos materiales de mezcla sin conciencia de lo que hacía, pues su idea del subsuelo es precisamente la de una fragua enterrada que mixtura lo artístico, lo social y la praxis de un mito reparador. Pero acaso sin percibirlo, ese vida subterránea encantada mantenía a la distancia un aire lugoniano en el estilo de su conciencia agónica y en la mención, no ocasional, de un personaje de la épica intelectual de todos los tiempos. Se trataba de un personaje dispuesto a mostrar en todo momento el honor desesperado de sus verdades: el escritor seducido por un arte de inmolación.
Para Scalabrini, el sujeto que garantizaba el sentido profundo de las cosas tenía un rostro compartido entre el jacobinismo de ínfula romántica y la investigación del archivo sigiloso de las fuerzas que generan el vasallaje nacional. Los investiga con la garra de un científico de las ciencias exactas, en la soledad empírica de su laboratorio.
Por otro lado, le importaba el lado agreste y revolucionario del misterioso secretario de la Primera Junta. El era un morenista. En cambio, no le importaba Rosas, a diferencia de tantos otros hombres de su generación y de su credo.
Aquel sujeto scalabriniano -en conmoción- tenía diversas traducciones. Para Jauretche asumía la figura de un payador de filo, contrafilo y punta. Para Hernández Arregui la de un proletario con conciencia nacional. Para Cooke la de un partisano lector de "manuscritos juveniles" un tanto luckacsianos.
Pero para Scalabrini era propiamente el intelectual agonístico siempre al borde de ofrecerse en sacrificio público por la causa de una nación. Una causa que podía ir de la nada a la profecía. Este rasgo no lo toma Scalabrini del nacionalismo de alta escuela sino que lo encuentra en su propia concepción sacrificial. En un padecimiento novelado, con el que quería significar la alegoría misma de la desdicha nacional. Se atormenta una conciencia lúcida individual cuando ve sufrir al cuerpo nacional, antiguo tema del lirismo trascendentalista.
Sin embargo, Scalabrini es alegórico donde Lugones, en su suicidio, es resolutivo. Y es historicista con una visión progresista de la historia, allí donde los Irazusta o Ernesto Palacio son explícitos hombres de honor, duelistas declarados, tanto como eufóricamente lo fue Jauretche.
Todo esto ya está insinuado en El hombre que está solo y espera, un escrito absolutamente modernista al que solo la metafísica que absorbe de su maestro Macedonio Fernández le impide el giro carnavalesco que el mismo tema tiene en Brasil en la figura de Macunaíma o de la antropofagia de Oswald de
Andrade. En el siempre recordable Hombre de Corrientes y Esmeralda se halla el arquetipo de una redención amorosa y fraternal, tallada en la inocencia de las multitudes argentinas de las que ya se había ocupado el ensayismo nacional de todas las épocas. Pero en Scalabrini se encuentran volcadas a
una epopeya melancólica, a una epifanía de la que surgiría un hombre social emancipado, a partir de los planos internos de una naturaleza mítica.
Saldría ese hombre del interior de la geografía, de los ríos, la fauna. De las piedras de las ciudades. Así, Scalabrini va recorriendo un camino. Desde lo inanimado del mineral iniciático, hasta al soplo de la vida liberada.
La famosa descripción del 17 de octubre del '45 implica una literatura mitológica, creacionista, con elementos tectónicos y políticos a la vez. Por otro lado, presenta de la manera más original posible, con simultáneo envoltorio mítico, social e histórico, el recorrido de un frente nacional obrero-campesino y criollo-inmigratorio. Hermanados, van el "peón de campo", el "obrero de las hilanderías", el "rubio inmigratorio", el "morocho de overol engrasado". Es la marcha de los mismos funámbulos que aún hoy -en
estos mismos días- son interrogados por literaturas que quizá no consiguen alzar vuelo, aunque se presentan en el afán de dar reinicio a otro ciclo de la memoria crítica nacional.
Martínez Estrada había visto lo mismo, esa gran marcha de espectros, pero como primero creyó que debía condenarla para luego ir él mismo, ¡en persona! a salvarla, logró ser un verdadero incomprendido pues quedó tan solo la primera parte del argumento y no la que le seguía y lo justificaba.
Injustamente se lo consideró así un antagonista de Jauretche y Scalabrini cuando en realidad era su complemento secreto. Una suerte de no declarado forjista en la Buenos Aires vista como "cabeza de Goliat".
Scalabrini es hijo de una irrepetible conjunción. Pensó la economía política con las categorías del Lenin del Imperialismo, fase superior del capitalismo, pero lanzó su escritura como si fuera una réplica macedoniana de los papeles de recienvenido. Este era un hombre macedoniano burlesco, pero también un personaje que estaba solo y esperaba. Sólo que su humor patafísico originario es reconvertido por Scalabrini en un estilo grave y dolorido, del que denuncia en tanto humillado, en tanto perseguido.
Entonces, Scalabrini no se privó de la justa altanería del profeta en el desierto, aunque a su alrededor crecían los lectores, que al mismo tiempo que se informaban sobre las formas imperiales de dominio, sentían que se operaba un llamado "desde el subsuelo". Era la voz que intranquilizaba y urgía. Faltan hoy esos llamados.
Halperin Donghi se equivoca al relativizar a Scalabrini por prácticas que llama "demonológicas" en el lugar que debía haber análisis histórico-sociales. Este tema vale la pena debatirlo. Las de Scalabrini no
son tanto demonologías como un capítulo esencial de la historia intelectual argentina, solo que definiendo al intelectual no como un ser irónico --como lo hace de Halperin- sino con un ser intenso, turbado y agonal.
Una de las piezas maestras scalabrinianas, la "Destitución de Aramburu y Rojas", publicada en la revista frondizista Qué, permite evaluar al paradoja del intelectual crítico. Frente al mismo Perón intenta rectificar los rumbos que juzga equivocados del gobierno surgido de las agitaciones del '45,
mientras aquellos militares golpistas en su momento recibirían prebendas y medallas. Luego del golpe, es el intelectual que se había declarado disconforme el que saldrá a defender al gobierno derrotado por esos almirantes y generales, los mismos que en su momento habían sido parte del "sistema". Como intelectual "descarnado" Scalabrini deberá mostrar que no pertenece ni pertenecerá a los dominios del Estado sino a una república utópica de revelaciones intelectuales y catacumbas pasionales. No hace
demonología sino vivisección social con datos estadísticos sobre ferrocarriles y petróleo. No hace sociología política sino que se implica en una rara suerte de mesianismo realista, un patriotismo de cuadros estadísticos y democracia radicalizada.
Como nacionalista popular, Scalabrini esgrimió una economía de emancipación; como escritor amante de alegorías, fue poseído por una metafísica vitalista.
Esta explosiva fusión es aún un ejemplo para los tiempos que corren.
Verdaderos materiales faltantes en una vida nacional embotada que es menester recrear y despertar. Con ellos, Scalabrini sigue ofreciendo su pócima moral. La soledad junto a la esperanza. No las dos cosas separadas, como querrían los apenas ensimismados y los solamente bienhechores. Sino esas dos éticas actuantes en común. La del anacoreta en su cartuja avizora y la del expectante con su manojo de papeles de requerimiento y advertencia.
Con ellos se dirige a las multitudes que siempre se hacen presentes, y siempre hacen notar un dolorido rasgo de ausencia.



*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-125865-2009-05-31.html






Correo:


Invitación Muestra de Arte*


Somos Estudiantes de Organizacion de Eventos y estamos realizando una muestra de arte, a cargo de la artista Mónica Morillas. La muestra se titulará "Lo mágico de la intuición". http://www.actiweb.es/deventos/
La misma se llevará a cabo el día 8 de junio a las 19hs, en el Palacio el Victorial (Piedras 720-San Telmo, CABA), y nos sería grato contar con su presencia.
El evento es gratuito con capacidad limitada, por esta razon rogamos confirme su asistencia y la de sus acompañantes, así podremos hacerle llegar la Invitación correspondiente.
Desde ya le agradecemos por darnos la oportunidad de poder contactarnos con Ud.
Sin otro motivo y a la espera de una pronta respuesta.

Saluda Atte.

*Eliana Dominguez. elysdominguez@hotmail.com
Deventos



*

Queridas amigas, apreciados amigos:



Este domingo 31 de mayo de 2009 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor español Tomás Garrido. Las poesías que leeremos pertenecen a Christiano Witaker (Brasil) y la música de fondo será de Marcelo García (Argentina).
¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at (Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).

REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Freundliche Grüße / Cordial saludo!

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.

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Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067




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sábado, mayo 30, 2009

UNA PALABRA GRÁVIDA DE CIGÜEÑAS EN VUELO...




Formas de nubes*



Mirando al cielo mientras paseaba por la playa vio una serie de nubes que se amontonaba en el horizonte. Al observarlas con atención le pareció que una de ellas tenía la forma de un bebé acabado de nacer. Las siguió mirando hasta que le pareció distinguir al bebé mientras era amamantado por una señora que le recordaba a su madre. Aquel perfil anguloso y el moño era inconfundibles.

Un golpe de aire acercó una formación de cúmulos que parecían un edificio conocido: ¡el colegio donde estudió!. Inmediatamente le pareció que en otra veía a Luisa, aquella novia tal alta y espigada con la que probó el amor por vez primera. En la siguiente nube, casi en la línea del horizonte, distinguió a Matilde con dos niños, sus hijos.

Ya no pudo parar y fue leyendo en el cielo la historia de su vida escrita por las nubes. A la vista de todo ello pensó: ¡cuanta razón tenía su madre al decir que era un cielo!.



*de Joan Mateu. joan@cimat.es






UNA PALABRA GRÁVIDA DE CIGÜEÑAS EN VUELO...







Amor 2*


Era bella, con sus ojos color del tiempo humillaba a los rayos del sol. Sus pestañas de un marcado sombreado movían con su aire de suspenso a las regadas flores del jardín. Parecía de otro planeta, era etérea, cuando se animaba a ser sincera. Ni la brisa del aleteo de los colibríes osaba hacerle
competencia. Sus cejas tupidas por un renegrido pincel enmarcaban sus inmensos mirares. Su boca carnosa se volvía exquisita cuando asomaba una sonrisa. Un lunar de terciopelo de chocolate adornaba sus mejillas regordetas, dándole un toque singular. Del otro lado de su rostro un hoyuelo de picardía se abría frente a la alegría. Era tan pura cuando se animaba a mostrarse sin sus mascaras. Que hasta los dioses la acosaban intrigados por su esencia de azares. El destino se anclaba en el mito de la
feminidad.
Pero frente a ese hombre, al que deseaba con locura la magia de su encanto se perdía....
Ante la oportunidad del amor, enmudecía pálidamente y se apropiaban de ella sentimientos de vulnerabilidad.-



*de Azul azulaki@hotmail.com






Tres monedas*



Era el segundo o tercer día de clases de mi segundo año en la escuela primaria. El primer día habíamos tenido un acto. El segundo hicimos algunos ejercicios; pero yo no tenía útiles. En casa aún no me los habían comprado.
Cuando volví a casa mamá me prometió que iba a comprármelos en cuanto papá volviera del trabajo, en la fábrica, en turnos alternados en ese momento, de ocho a doce. Pero al llegar la noche aún no los tenía, y ya había agotado mis pedidos a mamá, y la pobre desviaba el tema, y finalmente la mirada. Yo no entendía. No comprendía eso de ir a la escuela sin un cuaderno, un lápiz y una goma; por lo menos, como cualquiera de los demás compañeritos.
Papá, en la cena, respondió muy molesto, más bien de mal modo: …Que ya me iban a comprar, que verían mañana u otro día…
-¿Pero qué haré yo mañana? La señorita me dijo que tenía que llevar esos útiles, ¿en qué y con qué voy a escribir?
Nunca supe porqué mi padre estaba tan molesto…
-Le pedirás a la maestra. ¡Ella te tiene que dar! ¡Decile que te dije yo!- Y dio una palmada fuerte en la mesa, poniéndole fin al asunto.
Esa noche no me podía dormir. Recuerdo que lloré, y en mi angustia, no una vez; sino que durante la noche soñaba con mi mañana, y volvía a llorar… No quería que llegara el día siguiente.
Pero llegó, y tuve que afrontar entre “pucheros”, tomar el desayuno e iniciar aquél cruento camino a la escuela… Me sentía tan mal que ni lágrimas me salían. Recuerdo que mamá siempre en silencio, me acarició los cabellos y sentí como que ella me acompañaría, con esa mirada que aún la siento, como si aún me acompañara; como si desde esa mañana saliendo a la escuela, nunca más me habría de dejar…
Y me uní con otros compañeritos, que pasaban a buscarnos, para ir juntos…
Todos reían. Todos iban jugando, contentos, como yo mismo hubiera querido ir…, pero no podía evadir lo que me esperaba: ¿Como iba a presentarme, qué iba a hacer sin esos útiles, que le iba a decir a la maestra…?
Ya caminaba como en el aire de tan avergonzado de ir con las manos vacías… ¿Y ante los demás chicos de la escuela? Todos lo sabrían, todos me mirarían, y yo me apartaría sólo, a un rincón del patio, en el recreo… Miraba casi sin levantar la vista a mis compañeros que iban jugando felices, todos con sus cuadernos y sus lápices… Incluso algunos llevaban mochilitas llenas de lápices de colores, gomas, sacapuntas… Ellos no tenían mi problema… ¡Ellos sí que eran felices! ¿Por qué teníamos que ser nosotros tan pobres, que mis padres no me pudieran dar ni siquiera lo mínimo para la escuela?
¡Ojalá no llegara nunca el momento de entrar a clase, ese día!
Iba con mis compañeros, pero yo estaba en otro mundo. Iba muy triste, con un nudo en la garganta, cavilando, con mi mirada en el suelo…
Y allí en ese suelo había tres moneda amarillas… ¡Me parecieron de oro!, Juntitas, casi apiladas, casi escondidas entre las pisadas de los caballos, que aquella vez transitaban nuestras calles de tierra, tirando sulkis, o las volantas, de los colonos que venían al pueblo…
Una de veinte, una de diez, y una de cinco centavos…¡Eso me salvaba!...
En 1946, todavía la plata tenía todo el valor, no había envilecido. Nuestro país era muy rico, y no conocíamos la inflación, que tras la segunda guerra estaba azotando a Europa.
Me agaché casi reverente y tomé las monedas. Sentí como si un ángel se hubiera arrodillado conmigo. Me levanté de un salto y fui corriendo a la librería de la otra esquina. Compré un cuaderno, lápiz, goma, y hasta un sacapuntas, y aún me sobró para comprar, enfrente, unas roscas azucaradas con las que convidé a mis amiguitos, que quedaron en la esquina esperándome.
Ese día fui seguramente, el chico más feliz de toda la escuela…
¡Y está entre uno de los mas felices de mi vida! ¡Por qué me hizo ver que los milagros existen!
Descubrí que hasta las cosas que pueden parecer pequeñas tienen su importancia, y dar tanta angustia, tanta felicidad, en ciertos momentos… ¡y tener su significado para siempre!.
Después papá nunca más me negó como esa vez, los útiles necesarios.-



*de Celso H. Agretti, celsoagr@trcnet.com.ar
AVELLANEDA (S.Fe)
24/07/05







Crítica de libros / Filosofía
El retorno de los ideales*


Ecce Comu , el nuevo libro de Gianni Vattimo, está íntegramente dedicado a la reflexión política; en él, el pensador italiano trata de imaginar un comunismo que no se crea en posesión incuestionable de la verdad, pero defienda una interpretación del mundo


*Por Gustavo Santiago
Para LA NACION

Ecce Comu
Por Gianni Vattimo
Paidós
Trad.: Rosa Rius Gatell y Carmen Castells Auleda
132 Páginas $ 30


Se ha tornado un lugar común afirmar que la filosofía política actual tiene su sede en Italia. Los nombres de Giorgio Agamben, Toni Negri, Roberto Esposito e, incluso, Massimo Cacciari resultan inevitables en cualquier referencia a dicha disciplina. Mucho menos habitual es encontrar menciones a
Gianni Vattimo. Esto debería sorprender no sólo porque Vattimo fue uno de los filósofos más reconocidos internacionalmente en las últimas décadas del siglo XX (durante las cuales escribió numerosos textos sobre cuestiones políticas), sino porque además participó activamente en el terreno político, como diputado en el Parlamento Europeo y dos veces precandidato a alcalde.
Quizá hacía falta que escribiera un texto dedicado íntegramente a la reflexión política para que fuera tenido en cuenta en dicha discusión. Ése es el lugar que viene a cubrir su nuevo libro, Ecce Comu .
El título juega, obviamente, con el Ecce homo de Friedrich Nietzsche.
También lo hace el subtítulo. El del libro de Nietzsche era "Cómo se llega a ser lo que se es"; el del de Vattimo, "Cómo se llega a ser lo que se era".
Es que en el Vattimo de las últimas décadas, las novedades conceptuales son siempre retornos al punto de inicio. ¿Retorno de lo idéntico? No. Porque en el trayecto realizado por el filósofo tuvo lugar la creación de -o el encuentro con- algo que lo marcó definitivamente: el "pensamiento débil", que sostiene que no hay un fundamento último y único de la realidad y que, por tanto, no puede defenderse una teoría fuerte que, a la manera de un metarrelato, pueda explicar el sentido de la historia o de la vida.
Así como en Creer que se cree el pensador italiano "regresó" a su catolicismo de infancia para leerlo desde una perspectiva "debilista", dando lugar a un "cristianismo débil", el retorno en Ecce comu al comunismo con el que simpatizó en su juventud arroja como resultado un "comunismo débil".
El punto de partida en el texto es la constatación del agotamiento del sistema capitalista, que "ya no produce riqueza y emancipación, y que más bien corrobora las previsiones marxianas sobre la creciente proletarización de las clases medias y amenaza con eternizarse gracias a la utilización de los nuevos medios de comunicación y control". Bush y Berlusconi son los nombres que condensan el peligro del control por las armas y por los medios de comunicación, articulados por intereses económicos comunes. Señalan, además, al tipo de político que en las últimas décadas ha vaciado de contenido a la democracia en la medida en que se ha alejado obscenamente de todo interés por el bienestar del pueblo al que dice representar. Es esta crisis de lo político la que abre, según Vattimo, la posibilidad de pensar en un comunismo "no naturalista", "no esencialista", que no se cree en posesión de una verdad incuestionable, sino que es capaz de defender una interpretación del mundo, una perspectiva, dialogando con aquellos que presentan posturas diferentes: "Se trata de repensar el comunismo como ideal de una sociedad "justa" que, precisamente por serlo, no pueda pensarse como una sociedad "perfecta" y acabada que excluya cualquier transformación posterior, cualquier renovación desde abajo con los instrumentos de la democracia".
Vattimo asume que su propuesta se sitúa en el terreno de lo ideal. "No parece -afirma- que este ideal pueda hacerse realidad a corto plazo, dada la actual situación del mundo".
Es inviable, obviamente, en Estados Unidos donde, según el autor, los ideales democráticos han sido traicionados "en favor de la plutocracia pura y simple". Tampoco parece que pueda tener lugar en Europa, al menos mientras siga sometida al imperio de la perspectiva norteamericana. Si hay una luz de
esperanza, ésta se encuentra en América latina donde, para el pensador italiano, la política todavía apunta a cubrir las necesidades básicas de los más castigados por el sistema y donde pueden encontrarse ciudadanos comprometidos con el bienestar de sus pares.
Ecce Comu no debería ser tomado como un tratado político ni como un manifiesto, aunque por momentos parezca serlo. No tiene la pretensión de anunciar una verdad definitiva sobre la actualidad política ni la de indicar un camino seguro hacia el bienestar futuro; no intenta clausurar el debate, sino abrirlo; no se conforma con plantear soluciones "viables", sino que se arriesga a adentrarse en el terreno
-abandonado hace tiempo- de los ideales.
Es un texto estimulante, movilizador, que merece ser leído y discutido. No sería extraño, sin embargo, que -como ha pasado con gran parte de los conceptos de Vattimo- la expresión "comunismo débil" desate impugnaciones "espontáneas" por parte de quienes no se tomen el trabajo de leer el libro.


*Fuente: © LA NACION.





*


Amor mío
si encontrara una palabra
que hiciera nacer
una manzana
con todo su rocío a cuestas
si la encontrara

Una palabra
grávida de cigüeñas
en vuelo

si la encontrara

Amor mío

La acomodaría
dentro de tu bolso
de peregrino

o en el calor de tu axila

o en el pleno meridiano
de tu pecho

para que
cuando llegues a mi casa
desde tu luna de espaldas

enciendas
-con ella-
un pesebre

justo
justito

en el borde
de mi cama



*de Graciela Geller
-Fuente: Hermano Luminoso Nº 36.
-Enviado para compartir por Verónica Capellino. veroaleph@hotmail.com






Estación Norumbega*



Aunque hayan transcurrido ya varios meses desde aquella terrible experiencia, el Licenciado Zelmar Araujo, mientras avanza tambaleante sobre estos rieles de trocha angosta, rumbo a la próxima Estación, aún continúa sintiéndose arrasado por el desconsuelo. A lo largo de toda su carrera profesional, jamás pudo pensar seriamente –más allá de alguna angustiosa fantasía desvelada- en que algún día se vería envuelto en una situación semejante.
Todo comenzó unos cinco años atrás, cuando aquella mujer acudió a la consulta, dispuesta a convertirse en su paciente. El Licenciado, psicólogo de profesión, la recibió y escuchó atentamente el relato de sus padeceres. Una historia familiar enrevesada, donde cada generación repetía casi puntualmente la historia que la precedía, y de cuyo entramado nadie parecía poder –o desear- escapar. Hijas que tenían una pésima relación con sus madres, y que en lugar de proponerse construir algo diferente para con sus propias hijas, elaborando sus propios conflictos, terminaban calcando los mismos síntomas que las habían forjado en sus respectivas infancias. Una cadena sintomática muy parecida a una formación ferroviaria, donde cada integrante asemejaba a un vagón de tren, y vaya a saberse quién sería la locomotora. ¿Un deseo silente, quizá, imposible de ser puesto en palabras…?
El Licenciado Zelmar Araujo escuchó ese relato durante centenares de semanas, familiarizándose con los personajes, prediciendo casi las reacciones de cada uno, intentando quebrar la monotemática letanía de aquel discurso con intervenciones tendientes a una apertura, que permitieran respirar mejor, con un aire diferente. Y hasta le parecía que sus dichos horadaban pacientemente esa coraza que la paciente había ido forjando a lo largo de su vida, poniéndole palabra a lo que ella callaba.
Sólo que una distracción fatal le ganó la partida. A los dos años de haber iniciado el tratamiento, a la paciente se le declaró un quiste en un pecho, que con el correr de las semanas se fue transformando en un tumor encapsulado. La intervinieron de urgencia, y como medida precautoria, según lo que ella le refería al Licenciado, decidieron aplicarle durante los meses venideros una acotada serie de dosis de quimioterapia. Ella se manifestaba muy angustiada ante lo que había ocurrido, sin poder explicárselo, y se volcó de lleno a la religión, luciendo en su cuello desde entonces -y hasta varios meses después de culminar el tratamiento quimioterápico- una enorme cruz de plata, intentando encontrar en ella algún tipo de consuelo.
Fue pasando el tiempo, los controles médicos no referían mayores preocupaciones, aparentemente su organismo se había estabilizado, y la terapia psicológica continuó su ritmo habitual, sin que la paciente se refiriese a su afección de otra manera que no fuesen “microcalcificaciones”. El Licenciado Zelmar Araujo aguardó a que ella volviese a remitirse al tema para ahondar en él, pero el tiempo fue pasando, la normalidad regresó, y “de eso no volvió a hablarse”.
Estaban por cumplirse los cinco años de tratamiento, durante los cuales la paciente había ido teniendo cambios considerables –se había ido de la casa de su madre para mudarse con su hija a dos localidades de distancia, iba cortando gradualmente el lazo de dependencia con su mamá o sus tías, insistió para que el abandónico padre de su hija le diese el apellido, temerosa de que “le pasara algo” respecto a su salud y la nena quedase sola…-, cuando comenzó a quejarse de dolores en la espalda y en las manos, como si la molestia excediese cualquier contractura muscular y se extendiese hacia los huesos. El Licenciado Zelmar Araujo consideraba que estaba atravesando por un intenso período de angustia, aunque no veía nada extraño que operase como aval de sus hipótesis en el relato de la paciente. Ésta, a su vez, deambulaba en las sesiones por los temas de siempre. Y el profesional le restó importancia…
Aquél resultó su mayor error.
Nuevas consultas con el oncólogo y una fatal radiografía dieron testimonio de unas extrañas manchas en la espalda, que derivaron –biopsia mediante- en una cruda metástasis ósea. La paciente se desbordó, abandonó sin aviso el tratamiento psicológico, y le comunicó las novedades por teléfono, cuando el Licenciado Zelmar Araujo la llamó, una funesta tarde de invierno, para concertar un nuevo turno.
Se había quedado sin palabra. Aquello que se materializara silente a través de los tejidos corporales de la paciente lo había enmudecido. No había sabido qué decirle en aquel último contacto telefónico, en el que ella lo había acusado de manipular su mente, sin haberla contenido ni derivado con algún otro profesional idóneo que pudiera tratar “un caso como el suyo”, conduciéndola de manera negligente hacia un rumbo muy distinto al de la curación. Ya sin saber qué decir, ganado por la culpa y sintiéndose el falta ante semejante demanda masiva –que quizá exigiese de sí mismo un improbable milagro-, el Licenciado Zelmar Araujo profirió un trémulo:
-Espero, de corazón, que se mejore, y salga airosa de esto.
-¡Dios lo oiga! -, remató la paciente, antes de cortar. –Y si Ud. es creyente, rece mucho, mucho, para que esto se revierta.
Los buenos deseos quedaron simplemente en promesas. El milagro jamás se produjo. Y la pesadilla no hizo más que comenzar…
Aún no habían transcurrido un par de meses desde aquel fatídico día cuando el Licenciado Zelmar Araujo –apaciguada su conciencia al recapacitar en cada detalle del caso, y convalidar el silencio que la propia paciente había impuesto sobre el tema, negándose a tratarlo, más allá de su propia “distracción” profesional, que lo obligó a supervisar sus restantes casos en forma regular, a fin de evitar complicaciones semejantes- recibió una cédula judicial donde se le informaba de una causa legal en su contra, por obrar con mala praxis en el ejercicio de sus habilidades profesionales. En primera instancia, consideró que todo ello no era más que un desborde de furia de la paciente, resignada a aceptar un final en extremo doloroso, pero deseosa de arrastrar a alguien con ella en la caída.
¿Se negaba a aceptar el daño que le habían hecho de manera inconsciente sus propios parientes al negarle parte de su pasado, frustrada además ante la posibilidad concreta de la propia muerte, por lo que proyectaba sus feroces rencores en contra del respetuoso profesional que la atendiera durante casi cinco años, pendiente de una -hasta entonces- errática evolución del caso? El estado anímico del Licenciado Zelmar Araujo era desastroso. Varias veces intentó ponerse nuevamente en contacto con ella, para que recapacitase, para evitar llevar esta dolorosa situación cada vez más lejos. Sin embargo, consideró que era inútil; si de nada habían servido sus esfuerzos para hacerla cambiar de opinión durante la última llamada telefónica, menos aún aceptaría hablar con él en estos momentos, resentida y resignada.
Acudió a la audiencia preliminar, se defendió de la mejor manera posible –alegando que el carácter todopoderoso para la curación no era otorgado junto con el título académico-, contrató a un abogado para que lo representara en las audiencias posteriores con el Juez, alegó sus mejores hipótesis respecto del caso al llegarle el momento de hacer su descargo, pero nada de ello fue suficiente. En un lapso de escasos meses, abatido por el stress y los pensamientos más funestos, sus peores pesadillas se hicieron realidad, agravadas por un defensor inexperto, sus deudas impositivas, y la falta de pago de la matrícula profesional provincial –cuyo pago al día hubiera puesto de su lado al hipócrita y genuflexo Colegio de Psicólogos-. El Juez, bastante clerical en sus dichos, fue taxativo: le revocaron ambas matrículas
-provincial y nacional-, alegando su falta de capacidad para llevar adelante casos de gravedad, “careciendo de una visión abnegada para con el prójimo, cuyas almas padecen sinsabores tan amargos”, y su actitud negligente al no supervisar el caso a tiempo, con las perjudiciales consecuencias padecidas desde entonces por la paciente.
Desde el día de la fecha, ya no podría volver a ejercer como psicólogo.
Salió del Tribunal con la mirada perdida y el ánimo deshecho. El mundo se precipitaba sobre él, como si un gigantesco dedo divino, representante de la Maldita Culpa Superyoica, lo señalase desde las alturas y le exigiera que se arrepintiese. ¿Qué haría a partir de ahora? Lo ignoraba. Sólo quería zambullirse en el primer bar que encontrara y ahogarse en unos cuantos vasos de alcohol.
Deambuló por cuanto lugar se le pudo ocurrir, se ofreció a hacer las labores y oficios más diversos –aquellos para los cuales no le hacía falta más capacitación que el título secundario-, pero no encontró nada, a pesar de los diversos contactos que intentó establecer para conseguir trabajo. Finalmente, aún habiendo conocido por intermedio de terceros la noticia del fallecimiento de su antigua paciente –internada en una clínica de la zona donde vivía, y a quien él jamás le deseara la muerte, a pesar del desarrollo de los acontecimientos posteriores-, se alejó de las ciudades, creyendo que en el campo podría, aunque no consiguiese nada que pagase su esfuerzo laboral, al menos encontrar algo qué comer…
Así, errante, “en la vía”, llegó hasta las remozadas instalaciones de la Estación de Ferrocarril de Norumbega, donde el progreso y la tecnología se habían abierto paso entre la desidia y el abandono de centenares de funcionarios de gobiernos anteriores, fomentados por novedosos proyectos de renovación ferroviaria que articularan a los pueblos cuasi-fantasmas del interior provincial. Los rieles refulgían con las últimas luces de la tarde, las señales brillaban con el esplendor de lo recientemente estrenado, y la edificación de la Estación ostentaba las marcas del tiempo, aunque no por ello se la viera ruinosa.
El Licenciado Zelmar Araujo, desarrapado y mugriento, con apenas algunos enseres y muy poca ropa en un bolso harapiento que llevaba colgado al hombro, trepó al andén, abandonando su desparejo sendero de durmientes y canto rodado, y se aventuró en busca de algún lugar bajo techo donde pasar la noche.
¡Cuál no fue su sorpresa al descubrir quién era el Jefe de Estación!
-¡Licenciado Coiro!!! -, exclamó, sonriendo por primera vez en varios meses, al encontrase con la pícara expresión de su amigo de siempre, a quien creía perdido desde hacía algunos años.
-Llámeme Jefe, por favor -, lo rectificó Eduardo, sonriente, tocándose con los dedos índice y mayor de su mano izquierda la astrosa visera de la gorra del uniforme.
-¿Habrá algún lugar donde pueda descansar por esta noche? Tengo los pies a la miseria.
-No se preocupe, Araujo. El ferrocarril parece volver a ser lo que fue alguna vez. Todos pueden ser parte de su gran familia nacional. Hasta yo, que me negué a participar del falaz intercambio de bienes del capitalismo.
-Necesito algo que me contenga -, confió el antiguo Licenciado, rememorando aquella frase pronunciada por su antigua paciente en la última comunicación que mantuvieran por teléfono, sintiendo que sus entrañas se estrujaban ante el recuerdo. –Un espacio del cual no sentirme exiliado.
-Ha llegado al lugar indicado, mi amigo. Venga, pase y tomemos una taza de té. Los mates me han sido prohibidos hace rato por el gastroenterólogo. Cuestiones de la edad, Ud. comprenderá…
-Cualquier infusión en su compañía será un placer. Gracias, de verdad.
Y sus ojos comenzaron a lagrimear, al estrecharse ambos, solitarios y abandonados, quizá con el único consuelo de una ilusión compartida, en un cálido abrazo que los alejase del dolor.



*De Aldima. licaldima@yahoo.com.ar





*


VI CONCURSO NACIONAL MACEDONIO FERNÁNDEZ DE NARRATIVA Y POESÍA

El Círculo Médico de Lomas de Zamora a través de la CODIC, comisión de docencia, investigación y cultura, y el Taller Macedonio Fernández de lectura y escritura literarias invitan a poetas y narradores a participar del

“VI CONCURSO NACIONAL MACEDONIO FERNÁNDEZ-CMLZ DE NARRATIVA BREVE Y POESÍA”

Bases generales:

Podrán participar todas las personas mayores de 18 años residentes en Argentina con un libro inédito de poesía o narrativa breve escrito en castellano, de tema libre, que no haya obtenido premios o menciones, ni haya sido finalista en otros concursos.
Sólo se podrá participar en un género.
Los autores premiados serán notificados en los primeros días del mes de noviembre.
La participación en este concurso implica la aceptación completa de sus bases.
Se tomará como válida la fecha del sello postal.
No se entregará recibo alguno por la recepción de las obras.
Ningún material será devuelto por la institución durante el concurso ni después de establecido el fallo del jurado ni se mantendrá correspondencia sobre el mismo con los participantes.
Los autores ganadores conservarán los derechos totales de su autoría.
La participación en este concurso es gratuita.
La sola recepción del material determina la inscripción.
No podrán participar personas relacionadas directamente con el CMLZ.

Los envíos serán recibidos desde el 4 de mayo hasta el 31 de julio de 2009 por correo postal o personalmente en Colombres 420, (1832) Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina.

Premio único e indivisible para cada género: $ 3.000 más la edición del libro ganador.

Bases Narrativa: un libro inédito de cuentos breves, de temática libre, con un mínimo de 50 y un máximo de 70 páginas (con aproximadamente 22 líneas por hoja), en hoja tamaño A4, anillado y firmado con seudónimo, en letra Times New Roman o similar, a espacio y medio por una sola cara del papel.
Sistema de plicas: los libros deberán ir acompañados de un sobre cerrado conteniendo los datos personales del autor (nombre y apellido, número de documento, domicilio, teléfonos y correo electrónico) y en cuyo frente figurarán el seudónimo y el título de la obra. Cantidad de copias: tres.

Jurado Narrativa: Alejandra Laurencich, Inés Garland y Roberto Ferro.

Bases Poesía: un libro inédito de poemas, de temática libre, con un mínimo de 400 versos y un máximo de 700, en hoja tamaño A4, anillado y firmado con seudónimo, en letra Times New Roman o similar, a doble espacio por una sola cara del papel. No podrán superarse las 70 páginas.
Sistema de plicas: los libros deberán ir acompañados de un sobre cerrado conteniendo los datos personales del autor (nombre y apellido, número de documento, domicilio, teléfono y correo electrónico) y en cuyo frente figurarán el seudónimo y el título de la obra. Cantidad de copias: tres.

Jurado Poesía: María del Carmen Colombo, Jorge Boccanera y Javier Adúriz.

Coordinación general: Roxana Palacios

Taller Macedonio Fernández-CMLZ de lectura y creatividad literarias.
Colombres 420, Lomas de Zamora.
Teléfono: 156 782 4551
macedonianos@gmail.com
http://tallermacedoniofernandez2009.blogspot.com




*

Queridas amigas, apreciados amigos:



Este domingo 31 de mayo de 2009 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor español Tomás Garrido. Las poesías que leeremos pertenecen a Christiano Witaker (Brasil) y la música de fondo será de Marcelo García (Argentina).
¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at (Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).

REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Freundliche Grüße / Cordial saludo!

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.

www.euroyage.org


Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067




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DE MISTERIOS E INCERTIDUMBRES...


ILUSTRACIÓN DE RAY RESPALL ROJAS.


La soñada claridad*


El silencio se hizo cómplice


En esta noche clara
Con el resplandor de tu aliento
Las volutas de humo de tu calor
Hacen de mi piel
Un nido de sensibles pétalos
Regados por el licor del rocío.



Son momentos de exquisito placer
Donde la incertidumbre del amor
Hace de nosotros la diferencia
Y la ambigua cercanía.



*de Azul. azulaki@hotmail.com







MISTERIOS E INCERTIDUMBRES...










LANGOSTAS, LUZ MALA, Y AHORRO VANO*


(El inmigrante vencido)



I


Así como algunos pájaros construyen sus nidos con todo lo que encuentran, así él había hecho su casa, o mejor dicho su rancho, con pedazos de tablas, chapas, palos; y los agujeros más grandes los tapó con barro. La hizo en un pequeño claro del monte, bajo los algarrobos y chañares del borde, por lo que estaba un poco en el monte y un poco en la limpiada. Adentro no tenía casi nada,. Dormía en un camastro hecho con palos cortados del monte, y en principio diría que no he visto otra cosa. Media docena de perros lo rondaban, lánguidos y flacos como él mismo.
Menudo de cuerpo, de mediana edad aunque con marcadas y largas arrugas en su cara curtida, de tez oscura, ojos pequeños negros y escurridizos, bajo sus cejas pobladas e hirsutas, de escaso cabello lacio que tiraba hacia atrás; armonizaba todo con una boca generosa de gruesos labios, aún más oscuros, que formaban a causa de su grosor una división al medio, a lo largo de cada uno, que llamaban la atención cuando en su confusa tartamudez, trataba de explicarse en ese idioma nuevo y tan difícil para él, de esa patria extraña a la que recién llegaba.
Labraba un pequeño pedazo de campo, un abra entre el monte, que un vecino le había cedido; con un viejo arado mancera y dos caballos de tiro, que así como los arreos y hasta la ropa, eran aportes de los colonos de los alrededores, que habían sentido pena de la miseria de este recién llegado de la guerra, y viendo sus ganas de trabajar coincidieron todos en ayudarlo. Al comienzo le daban incluso de comer, hoy aquí, mañana en la casa de otro colono.
Todos estaban bastante retirados unos de otros, porque allí en el norte de Santa Fe, en ese entonces, los campos eran grandes extensiones que los colonos sembraban parcialmente. Eran tierras cubiertas y circundadas en gran parte por montes e isletas, que poco a poco, y cada vez más, fueron ganadas para el cultivo.
Mis tíos, que también eran colonos, eran los más cercanos. Todas las mañanas temprano, antes de comenzar sus tareas de la chacra, venía a buscar leche recién ordeñada y un pan casero, que era parte de su alimentación, y a veces la única de todo el día; otras sentía ganas de conversar y llegaba ya anochecido, se agregaba, prendiéndose al mate que adoptó pronto, mientras iba venciendo su timidez y mejoraba lenta, muy lentamente, su lenguaje, y comenzaba a animarse, y entonces poco a poco hablaba de la guerra…
Era polaco, llegó tras la segunda gran guerra, escapado, como decíamos entonces. Había sufrido mucho, eso se veía y se conocía luego por sus relatos. Trabajador riguroso, derecho, simple, humilde y agradecido, se fue adaptando y luego pasó a ser un legendario personaje de la zona, conocido y querido por todos. Generó anécdotas y circunstancias que los mayores aún mencionan, especialmente por su característica apariencia que llamaba tanto la atención, su lenguaje que lo hacía tan pintoresco e incluso lo aguerrido y encarador que resultó luego, cuando su situación material comenzó a cambiar, fruto indudable de su incansable trabajo.



II

Yo tendría seis años y mi hermano mayor once.
Estábamos pasando unos días en el campo durante las vacaciones, nos divertíamos y también ayudábamos en algunas tareas. Acompañábamos a alguno de mis dos tíos en sus faenas: arar, sembrar, arrear los bueyes o las vacas. Todavía usaban una yunta de bueyes para tirar el arado. Yo iba en el asiento de hierro dominando toda la acción, mientras uno de mis tíos caminaba con las riendas en la mano, y las rejas volteaban las lotas de tierra casi virgen, y un vaho, como un aliento de las entrañas, con olor a tierra húmeda y cálida, se levantaba entre el crujiente romperse del suelo. Detrás venían y alborotaban palomas, gaviotines; alguna perdiz y un revoloteo de otros pájaros diversos que hacían su suculento almuerzo de isocas y gusanos. Alguna vez la reja cortaba víboras que sorprendía en sus nidos, y por un momento ambas mitades quedaban revolviéndose entre los terrones removidos…
Una tarde desde ese trono chacarero que era mi asiento del arado, vi a uno de los perros, un manto negro, el más inteligente que tenían; peleando contra algo que no podía distinguir al principio, luego supimos que era una víbora y a la tardecita llegó extraño, silencioso y la cara hinchada, la boca babeante; la “yarará” lo había picado, y el magnífico “boyero” murió unas horas después, de un modo tan lastimero que no voy a olvidar nunca. Se llamaba Prince, era manso y obediente, él sólo a un único silbo de mi tío, se ponía en marcha y buscaba hasta el último de los animales que estaban pastando, vacas, bueyes, terneros, a todos iba juntando entre las isletas del monte y los reunía en un claro para arrearlos hasta el corral donde uno de mis tíos los encerraba, Si uno o más de ellos, por mañeros se retrasaban o se perdían en lo más enmarañado, no sé cómo lo llevaba en cuenta, si los contaba o algo así, pero se las arreglaba para que todos sin excepción volvieran en el grupo. Después se arrimaba feliz a buscar el premio de una caricia.
Esa noche el polaco, como decíamos entre nosotros, llegó más temprano, apenas oscurecía, y se sumó a nuestra pesadumbre al vernos a todos tan afectados por lo que había pasado con el perro pastor. Traía puesta su infaltable gorra de cuero y calzaba botas altas con fuelle, también de cuero, y colgando de la muñeca derecha un talero de lonja corta, que usaba siempre que venía a caballo.
Entre mate y mate, recuerdo como hoy, se puso a contar historias de su tierra; y motivado por la picadura de la víbora al “Prince”, citó un hecho acaecido en su pueblo, muchísimo tiempo atrás:
“-Una víbora venenosa había picado a un vecino en una pierna, pese a que llevaba puesta unas botas altas, como las de él. Y se señalaba las botas con el talero. Los colmillos quedaron clavados en la bota y alcanzaron a lastimarlo y el hombre murió en poco tiempo. Un hermano heredó las botas y un día se las puso sin advertir que los colmillos envenenados de la víbora estaban clavados aún en el cuero de la caña, y también murió como el otro con el mismo veneno de aquella víbora…”
Esa y otras historias contaba, aparte de la guerra y sus miserias, haciéndose entender tanto o más por las expresiones, que por sus palabras atravesadas y esquivas.-



III

En ese tiempo habían llegado las langostas.
Cubrieron el cielo con una nube color violeta, parecía una terrible tormenta que se levantaba por el sureste, luego el cielo se fue oscureciendo y a medida que la extraña nube tomaba color, se empezaron a ver movedizos puntos oscuros que pronto se agrandaban y se convertían en las primeras langostas que llegaban, y se hacían miles y millones revoloteando y aterrizando tambaleantes, y cuando se asentaron en las plantas y en el suelo, taparon los montes y las chacras. Las ramas se quebraban al no soportar la pesada carga de las langostas encimadas que las engrosaban.
Revoloteaban en nutridos y desordenados enjambres por todas partes, llenaban el patio, entraban en la casa. No había como pararlas, y se comían todo, hasta pelaban la corteza de las plantas. Los cultivos desaparecían. Dejaban a cambio una cubierta de bostitas como pequeños y cortos palitos verdes.
Cuando comieron todo, al cabo de unos días, comenzaban a levantarse e iban volando otra vez rumbo al norte como tras una misteriosa orden de partida, y en medio día no quedaba casi ninguna…
En las chacras se defendían los cultivos tratando de espantarlas para no dejarlas asentar, y desplegando grandes banderas y banderolas, hechas con sábanas, toallas, bolsas, y hasta con alguna escoba; o lo que hubiera a mano, y también haciendo ruidos infernales con latas y palos. En esto marchaba un pequeño ejército de familiares y vecinos que trataban de hacerlas volar y que fueran a saciar su voraz apetito en los montes o más adelante, donde se volvía a repetir la lucha interminable…
Don Milosz luchaba bravío, siempre al frente, incansable, agregándole sus gritos, como si arengara una tropa en plena batalla. Así compenetrado y luchador quizás libraba su guerra pensando en su patria, combatiendo un enemigo que hacía peligrar su tierra o su hogar… convertido en un feroz capitán al mando de un valiente regimiento…
De todos modos era admirable ver su abnegación y sacrificio, brindado solidariamente, sin reparar que los sembrados salvados podían ser de él o de sus vecinos, indistintamente…

Pero antes de partir las langostas habían desovado. Perforaban pequeños agujeros en el suelo, millones, que llenaban de huevos, y tapaban. Sólo había que esperar unos días… y los agricultores tenían una nueva amenaza:
Las langostas saltonas.
Las recién nacidas, que a su vez tenían que comer hasta estar en condiciones de volar y marcharse en nuevas y gigantescas mangas, ya que todas y paulatinamente, se iban juntando y emprendiendo su interminable viaje…
Las pérdidas en las cosechas eran cuantiosas. La desolación y la amargura eran totales.
En aquel entonces el Gobierno aún cumplía su parte, quizás porqué su economía era directamente perjudicada. Movilizó el ejército y los cuerpos especiales del ministerio de agricultura, con una parafernalia de elementos en la lucha contra la plaga; helicópteros, aviones, flotas de camiones “guerreros”, lo que hoy serían todo terreno, jeeps, y agentes con equipos especiales, pulverizó los campos, los montes, cubrió el territorio afectado con los últimos productos químicos disponibles y en pocos años logró exterminarla. Pero entretanto en cada chacra había que librar una lucha propia. Para eso los colonos recibían todo tipo de ayuda.
Recibían unas chapas galvanizadas lisas, con las que armaban barreras para atajar la langosta saltona. Cientos y miles de chapas se unían unas con otras, cercando cientos y miles de metros en todo tipo de terreno. Disponían también un lanzallamas y combustible. Las pequeñas recién nacidas saltaban y marchaban e iban avanzando y convergiendo por millones. Parecía el repiquetear de un aguacero, cuando las gotas repetidamente caen unas sobre otras, en un silencioso, continuo, y tembloroso tableteo…
Salían de todas partes, pero las barreras las detenían y contra ellas topaban y se iban amontonando a todo lo largo de las chapas, en un montón continuo, que los lanzallamas repasaban sin darles tregua, haciéndolas brasas a medida que seguían llegando. Así decenas de colonos se reunían para acabarlas en los lugares de desove, día tras día en larguísimas jornadas, sin respiro; porqué no debían dejar que traspasaran las líneas defensivas.
Un verdadero trabajo solidario.
También allí Don Milosz se sumaba y sobresalía con su capacidad de lucha, su valiente sacrificio, incansable, prestando su valerosa ayuda.
Fue por eso que uno de los tíos le pidió a mi hermano que a una hora de sol nos fuéramos a lo del polaco a decirle no sé bien qué cosa que trajera a la mañana siguiente, algo del lanzallamas, quizás un bidón con kerosén… Pero mi hermano se acordó cuando el sol estaba casi entrando, y salimos corriendo antes que mis tíos advirtieran que nos habíamos olvidado. Esa fue la vez que visitamos su casa, medio metida en el monte.
El polaco nos hizo ver que se venía la noche, que porqué habíamos ido tan tarde… y en su media lengua nos insistía: Que debíamos haber salido al menos cuando el sol estaba…-“A DOS METROS DE ALTO…”
Cuando volvíamos se fue cerrando la noche y había un buen trecho para hacerlo en la oscuridad y con bastante miedo, asustándonos de nosotros mismos. Se hacía largo el regreso, además era evidente que se hizo de noche por habernos olvidado de salir más temprano. Más adelante mis tíos venían a buscarnos con un buen farol y algunos perros…, pero no nos regañaron como tal vez pensamos; al contrario, se alegraron de que estuviéramos bien.
Los acompañábamos también cuando repasaban las barreras o íbamos a llevarles un refrigerio. Cruzando por encima me hice un corte considerable en la pierna con el canto de una chapa. Yo veía a los demás pasar sin esfuerzo, pero mis piernas eran cortas entonces, y mis pantalones también cortos no me resguardaron para nada. Con pañuelos me fueron parando la sangre y me llevaron a upa hasta la casa, donde me atendieron con métodos caseros, hasta que la herida terminó sanándose, como todas las cosas, con el tiempo y el cuidado suficiente. Lo que sí guardo de aquella vez es una imborrable cicatriz en la pierna izquierda, un poco debajo de la rodilla…
Con el tiempo la langosta, la plaga, fue quedando atrás; si bien el temor a que volvieran perduró muchísimo tiempo. Primero porque se decía que volverían cada siete años; luego porque nadie creía que se hubieran terminado así como así…- Hoy parece mentira que esa pesadilla hubiera existido; y también lo parece que nunca hayan regresado…



IV

Los colonos aprendieron a acanalar las chapas en desuso y se fueron utilizando para techar galpones y hasta las casas en el campo, en un uso similar a las chapas de cinc, que ya eran tan comunes; tanto en techos como en cerramientos, silos pequeños y otras instalaciones agrícolas.
En cada patio, cerca de algún galpón, o de los corrales, solía haber una pilas de cientos de chapas de barreras apiladas, aún lisas, sin plegar, como remanente de guerra, depositadas en el suelo, horizontalmente, apoyadas sobre dos o tres durmientes de quebracho, que las separaba un tanto del piso, como de tres o cuatro dedos. Formaban un verdadero bloque de metal laminado de cientos y cientos de kilos , o de varios “quintales”, como decían …
Creo que en esa etapa en que los colonos iban de casa en casa luchando todos juntos en esa descomunal tarea comunitaria es cuando “Don Milo” como comenzaron a llamarlo, deja de ser “el polaco” y se fue convirtiendo en personaje. Tras la tarea era frecuente que apareciera una damajuana de vino tinto, y él estimulado, comenzaba a contar historias de miserias y privaciones, de sufrimiento, crueldad y hasta de heroísmo; cosas de la guerra. Pero contadas por él, en su media lengua, con sus gestos ampulosos que exageraba quizás para hacerse entender, su cara desdibujada con sus labios anchos y ojos entrecerrados ya un tanto por el vino mismo, tenían una carga propia que era tomada más por el lado burlesco que por el drama que contenía en realidad, y terminaba provocando hilaridad, mientras él se enjugaba una lágrima… Tan poco lo entendían…
En una de esas un vecino que recién lo conocía, divertido, y entre risotadas le dice a mí tío, codeándolo con el jarro de vino en la mano…:
”- Viodi tu, al’ â cuatri labris chel càn dal osti…”- una expresión en dialecto del norte italiano; que es como decir: -“¡Mirá vos!, ¡tiene cuatro labios este desgraciado!”.- Y si bien una mayoría era tan extranjero como él, nadie lo hubiera admitido, Don Milo era el polaco, el extranjero, no como ellos que se sentían poco menos que criollos…
A veces venía con alguno de mis tíos a nuestra casa, y quedaba a cenar, y tras vaso y más vasos de tinto, comenzaba a contar de la guerra… ¡pobre hombre tuvo que huir de su patria! Contaba que dejó su familia, y un hijo pequeño. Contaba tantas cosas, terribles… Pero nosotros, los más pequeños junto con mis hermanas, nos tentábamos de risa, porque no entendíamos nada. Nada de nada. Alguna palabra o frase suelta que más aún nos tentaba. No podíamos aguantar la risa porqué nos parecía todo muy cómico. ¡Éramos mas bien crueles!... El no nos prestaba atención, se excitaba, se posesionaba, gesticulaba, imitaba las explosiones, los tiros; Se agachaba como si se protegiera, o esquivara balazos, hacía ademanes a falta de palabras, y sólo entendíamos:
-“BRINM…, BRAMM…, BRONM.., BRINNNG…!!!,- A viva voz en cuello, y eran tantos los aspavientos que el pobre hacía que terminaran todos riéndose, porqué era imposible no reírse. Pienso que él no lo advertía, o necesitaba transmitirlo sea como fuera… ¡Pobre!
El caballo lo volteó una vez por el alambrado de púas haciéndose un feo corte en la pierna. Se levantaba la bombacha campera y mostraba la herida, comentando en su media lengua; y queriendo decir que temía le diese el tétanos, recuerdo:
-“Dotor decir que vacunar, sino gararme la teta”-, era tan sorpresivo su accidentado lenguaje que era imposible comportarse sin terminar riéndose, máxime si uno ya se tentaba de entrada.



V

Con el tiempo fue disponiendo de algún dinero. Era cuando se lo escuchó alguna vez hablar de regresar a su patria.
Hubo varios cambios en él…
Entonces los sábados y domingo solía emborracharse con vino tinto de su ya tan familiar damajuana.- Compró un revólver y una escopeta. La escopeta era para cazar, perdices, palomas, liebres, que abundaban; o tirarle a los zorros que llegaban vuelta a vuelta a comerle algunas gallinas. Pero el revólver lo llevaba al cinto y cuando se emborrachaba llegaba al pueblo, un pueblo rural muy pequeño, y daba vueltas con su carro a todo el galope de sus caballos, tirando tiros en plena noche y desafiando a los gritos…
Hasta que el comisario comenzó a apresarlo y tenerlo encerrado hasta el día siguiente. Pasada la borrachera volvía a ser el mismo Don Milo de siempre y en paz saludaba sin rencores al comisario y a todo el mundo y volvía a su semana de trabajo. Pero ese fin de semana, o a lo sumo al siguiente, Don Milo volvía a sus andanzas: Galopes y carreras, gritos, tiros, amenazas… y de nuevo a dormir en la comisaría. El comisario, Don Sindo, y él, iban siendo casi como viejos conocidos; lo encerraba y se iba a dormir, al lado, en su casa, pegada a la comisaría, y a la mañana lo soltaba…, y amigos como siempre.
Una noche el vino fue demasiado y el polaco se descompuso… Tenía que ir al baño. Llamaba pero el comisario dormía bastante lejos, no lo oía, y Don Milo se retorcía gritando cada vez más fuerte… Despertó a todo el vecindario con su letanía:
-“¡Don Sindo…!, ¡DON SIIINDOOO!...¡Abra porta!...¡Mira que sinó lo cago qui drento …!-
También lo tentó el amor.
Conoció una compañera de la cual no se supo origen o procedencia, de allí no era, apareció un día y se afincó en el rancho. Mis tíos quisieron saber qué proyectos tenía, sobre todo mis tías que pensaban en qué debía casarse, -“¡y no vivir en pecado!”-; pero Don Milo tenía ideas propias…:
-“Mira “Yaco”, mira vos “Tito”, a mujer lo traje…: “¡DE PRUEBA!”.- Aquella vez una respuesta así escandalizaba al más prevenido o hasta al más libertino. Pero evidentemente la mujer no pasó la prueba, o tal vez fue él quien no la pasó, porqué dos semanas después el polaco volvió a quedar sólo en su rancho, como había sido siempre.



VI

Algunos rumoreaban que en su casa guardaba fuertes ahorros y había quienes pensaban que era una fortuna. Eso le dio cierto halo de prestigio, como cierta fama que inspiraba algo que iba más allá del familiar respeto que le tenían, pero por otra parte lo exponía riesgosamente. Era una fama que pasó a ser peligrosa. Viviendo como vivía, solo en la soledad del monte, no dejaba de provocar en algunos ciertas tentaciones. Gente de mala entraña, nunca se supo quienes, lo asaltaron una noche sorprendiéndolo dormido. Lo golpearon, revolvieron sus cosas, buscaron la fortuna como quién va en busca de un tesoro legendario; pero no había tal, entonces le quitaron hasta la ropa, lo ataron al camastro con alambres apretados, y escaparon dejándolo allí desguarnecido y lastimado, sólo en medio de la nada…
Cuando lo encontraron, muchos días después, con heridas infectadas, medio muerto; de milagro pudieron salvarle apenas la vida, y le llevó un buen tiempo sanar y superar tan feo trance…
Pero era hombre duro, la vida lo había curtido de cuerpo y alma. Al cabo de un tiempo volvía a ser el Don Milo de siempre.
La idea de volver a Polonia fue haciéndose carne, quizás lo comenzó a empujar el temor, o quizás la tremenda nostalgia, y sobretodo porque el ahorro hacía posible costearse el regreso. Le confesó a mis tíos que había ido guardando dinero durante muchísimo tiempo. De cada cosecha consiguió guardar el importe de una, o a veces, dos toneladas del algodón vendido cada año… así que tenía ahorrado más que suficiente.
-“¿Pero cómo?,- decían mis tíos, -Revolcaron toda la casa, te desarmaron hasta la cama, buscaron hasta dentro del pozo, y no encontraron nada para robarte…-¿Dónde lo tenías guardado?-
Don Milo los llevó cerca del pequeño corral donde tenía dos vacas y un ternerito, les mostró la pila plomiza de chapas de barrera abandonadas aparentemente en la intemperie, como todo el mundo, y les mostró que debajo, entre el suelo y las chapas, en ese pequeño espacio escondido, había mantenido ocultos recipientes como tarros y frascos de todo tipo, con miles de billetes de todos los colores…




VII

Una noche cerrada, de nubes bajas, volvía del pueblo en su carro, sosteniendo las riendas con una mano, rumiando recuerdos de su patria, de lo que dejó en Polonia, de su nueva tierra, abrazando su damajuana; cuando de pronto vio algo espantoso, y sintió miedo por lo desconocido y por la pavorosa soledad que lo envolvía, rodeado de una profunda y obscura picada entre el monte.
Una luz, un resplandor, grande como diez lunas, surgió de pronto entre las nubes, pasó una, y al tiempo otra vez sobre su cabeza, bajo el cielo negro y encapotado. Y esa luz, esa mancha luminosa surgía del horizonte y enseguida daba vueltas encima ,sobre él y volvía haciendo un círculo hasta perderse de nuevo en el horizonte; pero al momento volvía y hasta juró que la luz le silbaba cada vez que pasaba. Temblando se tumbó en el carro y le tiró los dos tiros de su escopeta cuando pasaba arriba, recargó a tientas y volvió a tirar hasta que terminó los cartuchos y luego vació el cargador de su revolver y al final se puso a rezar temblando… Así lo contaba días después.
En verdad no era el único asustado. El que estuvo afuera aquella noche seguro que no quedó indiferente… Nadie había visto cosa así que se tuviera memoria, ni los más viejos, ni los más sabios. Se habló de luces malas, de una señal divina, del fin del mundo, de ánimas, de avisos…

La base aérea, instalada en aquellos años había utilizado un poderoso reflector que rastreaba aviones en la noche, con un alcance de decenas de kilómetros. Estarían haciendo un ejercicio nocturno, o localizando un avión extraviado.
El efecto de que el rayo de luz no se divisara pero sí se veía cuando alumbraba la capa de nubes tan compacta y obscura. Una mancha luminosa en una noche negrísima, que surgía de la nada y giraba pasando por encima, era para asustar a cualquiera.
Pasaron decenas de años y otras veces se vio el reflector de la base, pero nunca se dieron las condiciones de esa noche, ni volvió a verse un efecto semejante.
¡Cómo no se iba a asustar el polaco, Don Milo, sólo con su damajuana y perdido en un picada obscura del monte norteño!



VIII

Don Milo arregló sus cosas, como para estar mucho tiempo fuera de su casa, de su tierra y del país. La idea era ir un tiempo y volver, o quizás no. Había escuchado que ya Europa había cambiado, que las cosas estaban mejor, que en tantos años de paz, la prosperidad estaba volviendo.
En cambio aquí con los gobiernos peronistas él no compartía, se sentía enfrentado, porqué al ir mejorando su posición se sentía casi empresario y no obrero, y decía que Perón sólo protegía y valoraba a los peones y no a los patrones, que estos más trabajaban y más le sacaban… y hasta vaticinaba que así las cosas, a la corta o a la larga iban a terminar mal…
“-Bueno pero a Ud. No le fue tan mal, Don Milo…”- les decían mis tíos, sumándolo como siempre a la rueda del mate; sintiendo la ausencia que tendrían por delante, al irse este polaco que tanto había luchado y acriollado en estos años de trabajo en la tierra argentina.
“-No Minuth, -como a veces le decía a mi tío Yaco- Yo querer mucho a ustedes, a todos, estar agradecido, querer este lugar…, yo querer volver…”- y luego más decidido afirmaba:
“-¡Yo querer volver!, país va a salir adelante, ¡si señor!...”
Y así partió un día para embarcarse para Europa, detrás de sus sueños, de su nostalgia por su patria natal, su vieja tierra… empujado por sus recuerdos, reclamado por su sangre…
Su rancho quedó sólo, abandonado bajo los árboles del borde del claro. La ausencia de Don Milo se sentía en el aire. Pero todo volvió a ser casi como antes, el trabajo, los días, las noches, y las anécdotas que empezaban a rescatarse…
Sin embargo no pasó mucho tiempo. Apenas semanas.
Una siesta, en plena mateada, previa a la continuidad de las faenas cotidianas, tras un rumor de caballos y pertrechos, el carro del polaco apareció por la entrada doblando detrás de la quinta de frutales y la cancha de bochas, paró casi debajo de la sombra de los paraísos, cerca de mis tíos, pero no se bajó, se quedó en silencio, cabizbajo… casi ni levantó la vista para saludar, se quedó allí callado.- Todos quedaron callados…
Nadie sabía qué decir…
“-¿No pudo viajar?, Don Milo, ¿Qué pasó? …- No volaba una mosca…
Pasó un largo momento…
“-No…- No poder…- Plata no alcanzar…, decir que ni para viaje de ida, ni barco, ni nada…”-
Mis tíos habían visto sus ahorros de años, todo allí en efectivo…
“-¿Pero qué pasó..?, ¿Lo volvieron a robar…? Lo perdió? …
“-No…-“Suspiró hondamente…
“-Decir que inflación, que no sé, que plata ser vieja, que no valer nada…“, - y allí se deshizo, se desmoronó, y comenzó a moquear…, sus hombros se sacudían imperceptiblemente…
Y rompió a llorar.
Por primera vez vieron lágrimas; ríos de lágrimas, en la cara fiera y curtida de aquel valiente vencido…
Vencido por algo contra lo que él no sabía luchar…




*de Celso H. Agretti. celsoagr@trcnet.com.ar
06/05/04 AVELLANEDA (S.Fe)







¿Quién mató a Benno Ohnesorg?



*Por Juan Forn



El 2 de junio de 1967 una multitud de estudiantes de la Universidad Libre de Berlín abucheó la llegada a la ciudad del sha de Irán, Reza Pahlevi, acusándolo de torturar opositores y de ser un títere de los Estados Unidos.
Por su delicada ubicación y status geopolítico, la población de Berlín estaba eximida del servicio militar obligatorio, razón por la cual habían convergido en la ciudad todos los estudiantes pacifistas y radicales de Alemania. Los lacayos del sha en la embajada (y algunos dicen que la CIA) enviaron infiltrados a la protesta. La manifestación degeneró pronto en una batalla campal en que la policía reprimió a palos a los estudiantes. A las ocho y media de la noche, un balazo policial en la nuca convirtió al estudiante de letras Benno Ohnesorg en el mártir de la jornada. Su entierro, al día siguiente, paralizó la ciudad. Su tumba se convertiría en lugar de peregrinaje y su nombre en bandera. Es opinión general entre los
historiadores de aquel período que la muerte de Ohnesorg fue decisiva tanto en la formación del movimiento estudiantil del '68 como en la violencia política de la década siguiente en Alemania.
El policía que había disparado el gatillo, Karl-Heinz Kurras, fue juzgado por la Justicia alemana, pero encontrado inocente del homicidio: Kurras alegó que había actuado en defensa propia y colegas suyos aseguraron haber oído en medio de la refriega que varios compañeros habían sido apuñalados por los manifestantes. El tribunal desoyó, en cambio, el testimonio de la joven viuda de Ohnesorg, embarazada de seis meses, quien alegó que la filiación pacifista de su marido era bien conocida en la universidad. Al día siguiente de que Kurras fuese exonerado, Ulrike Meinhof envió su famosa carta abierta a Der Spiegel anunciando la creación de un "ejército revolucionario" para derrocar "al establishment reaccionario culpable del asesinato de Benno Ohnesorg", y otro grupo radical que terminaría sumándose
a los Baader-Meinhof se bautizó Movimiento 2 de Junio, y la foto del estudiante baleado en brazos de una enfermera llegó a ser, en Alemania, el equivalente de lo que fue en el resto del mundo la foto del cadáver del Che.
Pues bien, esta semana explotó como una bomba en Berlín la noticia de que Karl-Heinz Kurras, el policía que mató a Ohneborg, el hombre que encarnó como ningún otro el aparato represivo estatal para los jóvenes del '68, era en realidad, debajo de su uniforme, un espía de la Stasi, la policía secreta de la Alemania comunista. El descubrimiento ocurrió por equivocación: los dos investigadores de la revista Deutschlandarchiv (Helmut Müller-Enbergs y Cornelia Jabs) que se toparon con el frondoso legajo de Kurras en la Stasi estaban buscando información sobre casos de fuga de Berlín Oriental en los años '60. Pero en cuanto se filtró la noticia (que debía aparecer dentro del número de fines de mayo de la más bien narcoléptica Deutschlandarchiv, ni siquiera en la tapa), los diarios y la televisión se pusieron como locos.
Los medios de derecha se preguntaron en letras catástrofe si habría existido "un '68 y una década de guerrilla urbana" si los estudiantes hubieran sabido en aquel momento que el asesino de Ohneborg no era de las filas reaccionarias, sino un service comunista. Y los medios de izquierda exigieron que se revele de una vez los verdaderos alcances del involucramiento de la Stasi con las fuerzas de seguridad de Alemania Occidental.
Antes de que se llegara a conocer el contenido del informe de Deutschlandarchiv, el diario sensacionalista Bild publicó un reportaje exclusivo al octogenario Kurras, que sigue vivo y haciendo paseos diarios en bicicleta por su barrio berlinés (así aparece en una de las fotos del reportaje). Kurras reconoce haber pertenecido al Partido Comunista de la RDA y haber contribuido también con su policía secreta, "pero a título exclusivamente personal y en asuntos ajenos a los episodios que derivaron en la muerte del estudiante Ohneborg". El informe de Deutschlandarchiv, por su parte, dice que Kurras empezó a trabajar para la Stasi en 1955 (al hacerlo, pidió autorización para mudarse a Berlín Oriental y ejercer allá como policía pero se le ordenó permanecer en la fuerza policial de Berlín Occidental). El legajo lo evalúa como un agente "eficaz", valorado "por su disponibilidad y temeridad para realizar la tarea que se le pida". Pero en referencia al tema Ohnesorg, lo único que dice es que Kurras pidió a la
Stasi dinero para un abogado y de Berlín Oriental le llegó la orden de destrozar todo documento comprometedor y evitar todo contacto con ellos hasta nuevo aviso. Eso es todo: no hay evidencia de que le hayan mandado dinero y las actas del proceso judicial dicen que Kurras tuvo un defensor de oficio.
La declaración que parece cerrar definitivamente el caso fue la del respetado Otto Schily, militante hasta el día de hoy por los derechos humanos y abogado de la Ohnesorg en el juicio a Karl-Heinz Kurras, que ayer dijo: "No hay manera de reabrir el caso sin una evidencia firme de que Kurras recibió la orden de matar a Ohnesorg o a otro manifestante. Pero si el Bild hubiera hecho en aquel entonces una tapa similar a la que hizo esta semana ('Espía de la Stasi mató a Ohnesorg'), quién sabe qué hubiese pasado.
Tiendo a pensar que si la policía berlinesa hubiese sabido que Kurras trabajaba para la Stasi, habría manejado de manera diferente el caso. Quizás hasta hubiéramos podido llegar a descubrir qué pasó realmente en aquel callejón la noche del 2 de junio de 1967".
El caso Kurras explota en el año en que deben celebrarse el 60º aniversario de la República Federal alemana y el 20º aniversario de la caída del Muro, y en la misma semana en que la mismísima Angela Merkel confesó que durante su juventud a ella también quisieron reclutarla como informante. Mientras el conservador Frankfurter Zeitung pide que no se exageren los alcances de la Stasi ni se tomen sus documentos y legajos como verdad revelada, Schily prefiere señalar que casi un quinto de esos infinitos archivos (se dice que uno de cada diez alemanes orientales tenía un legajo en la policía secreta, por sospechoso o por informante) no han sido leídos aún. Y a eso hay que sumarle los kilómetros de material microfilmado y las quince mil bolsas de consorcio de documentos triturados que aún quedan por reconstruir. Sin ellos, dijo, nunca podrá contarse la verdadera historia de las dos Alemanias en la segunda mitad del siglo XX.



*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-125727-2009-05-29.html









El Otro Yo*


*Mario Benedetti


Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos ala naríz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menosen una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente , se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse imcómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañama siguiente se habia suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas.
Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia.
Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.


*Fuente: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/benedett/otroyo.htm





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Ella era tan profunda que en su casa en lugar de sala de estar tiene sala de ser.



*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar









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Valga recordar una pregunta acerca del deber y derecho del sufragio, desde el lugar del votante y dirigida a la clase política, a cada uno de los candidatos aspirantes a concejales o legisladores:
¿Qué significa para usted el voto, un cheque en blanco,
una goma de mascar que se estira según su capricho y se pega a cualquier cosa,
o un mandato de los ciudadanos y ciudadanas???



*Rubén Vedovaldi
DNI 8.375.155




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Queridas amigas, apreciados amigos:



Este domingo 31 de mayo de 2009 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor español Tomás Garrido. Las poesías que leeremos pertenecen a Christiano Witaker (Brasil) y la música de fondo será de Marcelo García (Argentina).
¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at (Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).

REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Freundliche Grüße / Cordial saludo!

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.

www.euroyage.org


Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067




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Que es Inventiva Social ?
Una publicación virtual editada con cooperación de escritores y lectores.

Cuales son sus contenidos ?
Inventiva Social relaciona en ediciones cotidianas contenidos literarios y noticias que se publican en los medios de comunicación.

Cuales son los ejes de la propuesta?
Proponer el intercambio sensible desde la literatura.
Sostener la difusión de ideas para pensar sin manipulación.

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