viernes, mayo 15, 2015

COMO UNA RED DE ECOS...




*Obra de Claudia Marting.
Rosario. Argentina.






*



Era
como sentarse al sol
en las tardes tibias
de otoño.

Era
como entregar
al viento
la piel desnuda.

Era
como soltarse
el pelo,
el corazón,
las amarras.

Se parecía,
lejanamente,
a ser feliz.



*De MARIANA FINOCHIETTO. mares.finochietto@gmail.com










COMO UNA RED DE ECOS…






Red*


El deseo de la palabra se desnuda, tiembla, hasta abrirse en el cuerpo como una red de ecos.


*De Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar









Cinco mares en mi bolsillo*



Dependía solo de algunas pocas cositas - pensé mientras dejaba la bolsa de los mandados apoyada en la cocina - Sí, sólo de unas tres o cuatro cosas, dependía.
Yo quería sentir que mi casa de una buena vez ya no era pequeña.
"esa mujer siempre piensa que su casa es pequeña" dice un poema de alguien conocido, según me contaron. Bueno, así mismo decía yo.
Ritual diario de mover los pocos muebles con asombrosa estrategia, cruzar alargues y juguetes y mascotas y empezar a sentir como comenzaba a subir desde las costillas al esófago cual gusanito de primavera, la voz de mi vos diciendo: - No, no, mejor no, mejor todo como estaba... y vuelta atrás, como el regreso de un amigo... todo a su sitio.
Volvía yo de los chinos, creo que un domingo y encontré una caracola en la vereda, te apuesto lo que quieras que alguien la perdió, vaya a saber de qué playa y qué verano fue que la trajeron.
Esa caracola guardaba dentro, no un mar, guardaba como cinco mares. La puse en mi oreja y caminé así y con la bolsa de los mandados todo el regreso a casa.
Cinco mares en mi oído y en la caracola, y yo los había levantado del suelo y me entraban en la mano y también en el bolsillo.
Abrí la puerta de casa como una súper woman dorada y roja con cinco mares en mi oído.
Dejé la caracola entre las plantas que viven arriba del calefactor que me niego a prender.
Un mundo más habita ahora mi casa pequeña, pensé... ¡Y no se sale ningún bordecito por las ventanas! bah... algunos sí salen... entiendo que son los que van a parar a otros mundos.
Sólo de algunas chucherías y cositas dependía, sí sí...

y de un mar
en una caracola
en mi bolsillo


*De Paz Bongiovanni. pazbongio@hotmail.com









*


Ella camina descalza
sobre su reciente invierno
en las napas de su piel
el murmullo primario
reclama
argumenta
convoca
el latido distinto
que altere, decisivo
lo cotidiano inmutable.

Ella camina descalza
sobre su flamante invierno
y en las napas de su piel
delira
naufraga
inaparente,
--pero tan poderoso...--
el desconocido legado
de las cerradas puertas.

El mundo puede seguir igual
sólo que, sin este momento.

Ya no tiene sentido buscar respuestas.


*De Miryam Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar












DE LOS ESCOMBROS*



Pensamientos decrépitos
La soledad arañando paredes
Perfilando deshielos
en el ártico de la existencia sin nombre.


Los años penitentes
anegados en la borrasca del alma,
los sueños inconclusos
vagan reincidentes en la cárcel del recuerdo.


Cada resquicio inundado de llanto
y de las sombras resucita la silueta:
años adormecida, años mutilada.
La fuerza de la vida domina
La incorpora y la lanza al baile incrédulo del destino
y sosegada canta.


Son imágenes de un viejo cuadro.


*De Ruth Ana López Calderón. anilopez20032000@yahoo.es
23-11-2011








*


Citarme en las páginas de un libro!, no sabía que ponerme. Que oscura maravilla!
¿Nadie nos vio entrar?
Salí apurada traje sólo los anteojos y una forma de decir tu nombre.


*De Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar











Final*



Taza de té de por medio se miraron. El murmullo de las otras mesas les llegaba apagado. Cada grupo con sus voces, palabras sueltas, risas.
Se sentían dentro de globo de cristal. Nada les tocaba ni distraía.
Los ojos de él recorrían cada milímetro de esa cara amada. Se detenían en los ojos húmedos, grandes, donde las luces del bar se contoneaban produciendo chispas en cada parpadeo, bajaban a extasiarse en la boca, de labios carnosos, débilmente pintados con brillos rosa.  Había besado y mordido esa boca con pasión y deleite, ¿cuánto hace? ¿Años, horas, segundos? No lo sabía. Pero lo pensaba y un raro escozor le invadía el estomago.
Estiró su brazo por sobre la mesa buscando la tibieza de la mano femenina que no accedió al reclamo. Inquirió con una mirada y un toque de alarma le llegó en esos ojos huidizos y en el leve temblor del labio inferior.
Creyó en una broma al escuchar –tenemos que dejar de vernos-, pero se heló su sonrisa cuando advirtió dos gruesas lágrimas caer lento sobre el mantel.
-Vuelve de Europa mi esposo. No puedo deshacer mi hogar. Por mis hijos, por mis padres, por el lugar que ocupo en la sociedad. Perdonáme, lo vengo pensando una semana y ya está decidido. Sos joven, no te faltaran oportunidades. Fui muy feliz con vos. No me odies-
La vio irse caminando entre las mesas. No pudo moverse. No pudo hablar.
Las palabras de ella penetraban lento, le costaba entenderlas, como si hubiesen sido dichas en otro idioma y tenía que descifrarlas con dificultad.
No sabe si pagó al mozo, como caminó hasta la calle ni de donde salió ese camión ni de donde esas luces que lo ciegan y que se apagan lentamente... hasta llegar la oscuridad densa... suave... suave.


*De Elsa Hufschmid. elsifumi@yahoo.com.ar













CIRUELAS ROBADAS EN LA SIESTA*




Ayer, hoy, acaso siempre.
La primavera se alojó e mis vísceras.

Se alojo en mis vísceras y lleva tu nombre,
Tu nombre que es el mío Ajeno. Propio.
Tu nombre, colonia de abejas en la siesta.
Y me viene, profundo. Hondo. Impenetrable.
Dulce espina. Punzante aguijón que crucifica.
Y tu nombre que se clava en mi sur.
Y devuelve las pupilas a los muertos.
Pan y vino en los ranchos de chapas.
Mirra e incienso en roñosas manos.
Lame el sexo puro de las prostitutas.
Coloca ungüentos en las llagas pestilentes.
Humedece la sed de los borrachos tristes.
Tu nombre, semillero. Punzada. Catarata,
Tu nombre que es el nombre de los que me amaron tanto.
De lo que me estaquearon. Escupieron. Odiaron.
Escupen todavía.

Tu nombre, sabor a sal, a rosa amada .A jagüel.
Y me llega una escondida nostalgia, un dolor Un tormento.
Una negación de mi nombre. No. No.
Madre apátrida. Caballo que no llega.
Tu nombre universal. Plural. Único nombre que me nombra
Tu nombre, recostado en el abismo.
Hoy, la primavera, ebria de sol, se alojó en mis vísceras
Y es magnolia. Hermafrodita. Y así lo acepto.
Tu nombre que es el mío. Ajeno. Propio.
Ciruelas robadas en la siesta. Mías. ¿Mías?


*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar










*


La luna brilla como una blanca bola de pool.
debajo suyo los árboles estiran hacia ella sus pescuezos.
una jauría se desarma en ladridos en medio de la calle,

dentro de la habitación oscura
el fantasma de mi madre ordena
mis camisas

tiende mi cama
echa perfumina sobre las sábanas celestes

déjalo así, Madre, ya no te ocupes
ven aquí conmigo
necesito dialogar con alguien
toma una silla
fumemos un cigarrillo
cuéntame qué ha sido de tu vida
después de tu muerte

ella sale del cuarto
con un par de medias en las manos
las deja sobre el respaldo de la silla
la corre
se sienta
y me sonríe

nos quedamos en silencio fumando un cigarrillo
miro sus cabellos
su boca
está intacta

el tiempo dentro de la casa es una mariposa sin miedo

la noche deja caer su cuero oscuro sobre las ventanas,
los perros se muerden las colas y lloran

yo tomo la mano de mi madre entre las mías
sonreímos

mientras la Tierra gira imperturbable sobre el universo/



*De León Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar








Querido Bertolt (respuesta de un hombre futuro) *



Cierto que escapamos de un tiempo sombrío, pero siguiendo las implacables leyes de la física, saltamos de la sartén para caer en el fuego. No obstante, también el fuego ha cambiado, queridos antepasados, como todo lo demás. Ya no es una llamarada que destruye lo que toca en cuestión de segundos. Ahora es un fuego frío que va socavando la esencia misma de las cosas sin cambiar apenas su apariencia, pero descomponiendo el interior hasta convertirlo todo en un cascarón hueco.

La injusticia sigue existiendo, pero ha aprendido a vestirse de etiqueta. Se escuda tras la ampulosidad de términos vagos, que la salvaguardan de la humillación pública que en el pasado pudiera provocarle su propia desnudez.

Sigue existiendo la guerra, el más vergonzoso de todos los inventos del hombre, pero también la guerra ha aprendido a mutar, a transformarse, a vestirse con pieles de cordero. También han cambiado las armas: Las ametralladoras, las bombas, el napalm, se nos antojan hoy armas inocentes. Esta era nos ha traído el arma más temible: la publicidad. Así, el control de los medios de difusión se ha convertido en algo estratégico. No es más poderoso quien más mata, sino quien mejor sabe vender la filosofía según la cual esas muertes eran necesarias.

Hoy los rostros de los justos están desfigurados, roncas sus voces, pues ya no es posible ser amables en un mundo en el que la amabilidad se ha convertido en el vehículo de la hipocresía, en un tiempo en que se enarbola la palabra verdad para justificar todas las mentiras, en una era en que todas las palabras finalmente han sido prostituidas por el uso aberrante que los humanos hemos hecho de ellas. Admiro y envidio tu optimismo, amigo Bertolt, pero el tiempo en que el hombre sea amigo del hombre es posiblemente la mayor utopía que puede concebir la mente humana. Tal vez nos quede, paradójicamente, una esperanza que proviene del horror: La deshumanización, el control de todo lo que nos rodea, que ahora ejercen los grandes holdings y que muy pronto estará en manos de las máquinas, puede ser el estallido que nos haga despertar, la piedra sobre la que se edifique una nueva humanidad, en la que aprendamos a vivir de otro modo, a desterrar todas esas palabras y a prescindir de todas esas vanidades que nos han llevado a este punto en el que hoy nos encontramos.

¿Podremos pedir nosotros indulgencia cuando llegue la hora, si es que acaso el futuro es posible, si es que el hombre puede al fin salvarse de sí mismo?



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com
-De prosas breves.



***


INVENTREN
http://inventren.blogspot.com/



Saladillo Norte*

(De la Estación Saladillo Norte – Ferrocarril Provincial)



Cuando el tren se inauguró, la estación fue paso intermedio hacia Mira Pampa y su cabecera estaba en la ciudad de La Plata.  Por Saladillo Norte, iban y regresaban, los transportes de pasajeros y los cargueros que luego  trasladaban  las riquezas que se producían en la zona.  Desde el Salado hasta los bañados de Tapalqué, muchas de las estancias se fraccionaron en chacras, al punto de que, en poco tiempo,  había más de ochenta rodeando a la nueva  estación. El ferrocarril pudo ser una realidad, a partir del apoyo económico  de los estancieros que donaron  tierras y de la ayuda de políticos y de los vecinos.
El pueblo se inició con la estación de ferrocarril, un almacén de ramos generales, una cancha de bochas y de pelota y las chacras que se dedicaban,  a las tareas agrícolas-ganaderas. De esta manera se integraba por medio de las vías,  un extenso territorio  incomunicado, abaratando los fletes con su presencia.
Alrededor del ferrocarril se desarrollaba la vida comercial y social de los habitantes y no había nadie que alguna vez,  no hubiese viajado en el tren: familias, gobernantes, curas, actores, payadores, guitarreros.
La empresa fue vendida a capitales ingleses que impulsaron a mayor escala,  el transporte de semillas, animales, correspondencia e inmigrantes que venían  a trabajar al campo y también a aumentar la población urbana.
Luego de nacionalizaciones y vueltas a privatizar,  muchos ramales fueron cerrados,  entre ellos,  la estación Saladillo Norte. Casi desaparecidos por completo, en la actualidad solo un vagón detrás de la antigua locomotora, pasa de vez en cuando, arrastrando con ella la nostalgia y el empobrecimiento de una zona,  ayer resplandeciente.
Abuela decía que ver pasar a  un tren es como ver pasar el agua de un río, así de hermoso y de productivo y decía también que un pueblo sin ferrocarril, es un pueblo muerto.  Yo le creí porque nada fue igual desde aquel día, en que no volvimos a escuchar  a lo lejos,  el silbato anunciando su llegada  y no volvimos a ver a ese monstruo oscuro, recortándose en la niebla, la hermosa columna de humo blanco  y sus luces avasallantes acercándose a la estación.
Nuestras caminatas y juegos en las proximidades del predio no fueron los mismos y, sin alejarnos de las vías, dimos más importancia a otros entretenimientos.
Entrecerrábamos un poquitito un ojo y mirábamos al tras luz las bolitas de colores, contra el sol, desafiando la ceguera pero era el único modo de saber, cual era la más bonita y a esa la guardábamos en el botellón de “mejores”. Las mejores eran las que más valían y se usaban en los campeonatos. No podían estar cachadas, tenían que ser perfectas. En el mismo lugar guardábamos las quemadoras, esas canicas más chiquitas que bochaban lindo a las demás y entraban  al hoyo,  sin necesidad de ensuciarnos los dedos para quitarle la tierra. Un bolillón, más bonito que los otros,  podía cambiarse por una quemadora.  Una quemadora valía cinco de las bolitas comunes o  tres de las de colores, medianas.
Mi vieja nos llamaba para tomar la leche y nos reñía porque teníamos las manos y las mangas de los abrigos, negros hasta el codo y las rodillas de los pantalones que no se salvaban ni con las rodilleras.
Cuando me enamoré por primera vez nunca pensé que Martita iba a ser tan buena jugadora. Le regalé una de las bolitas más nuevas. La había ganado en un campeonato y la tenía de preferida pero no lo pude evitar y se la di. Aprendió a jugar. Ponía una rodilla en el piso y el codo y apuntaba sacando la lengua por el costado de los labios. Rara era la  vez que no bochara a alguna y no acertara al hoyo.
Un día tuve que romperle la nariz a un grandote que la miraba cuando ella se inclinaba y no recordaba que tenía pollera pero después,  todos se olvidaron de que era mujer,  por lo bien que jugaba y no había uno, que no la quisiera de compañera en la competencia  pero Martita, firme, en agradecimiento del regalo que le hice cuando le enseñé el  juego, competía solo conmigo.
Nos volvimos imbatibles, juntamos dos frascos llenos de bolitas y todas ganadas en buena ley y para que a Martita no la regañaran, los escondíamos en un pozo,  detrás de los galpones de la estación.
Después la mamá le prohibió,  a pesar de los llantos y ruegos,  venir a jugar por no ser actividad de “señoritas”.  Creí que se me caía el mundo y una tarde,  me presenté en la casa de mi novia con los dos botellones y se los regalé porque, a pesar del esfuerzo por desprenderme del tesoro,  no sentía de hombres el quedarme con ellos.
Martita me dio el primer beso y yo toqué el cielo con las manos. Cuando empezamos la secundaria nos anotamos en el mismo colegio para estudiar juntos. Ella era mejor alumna y en casi todos los exámenes, a espalda de los profesores,  me soplaba las respuestas.
Nos pusimos de novios en serio. A pesar de lo restringido de los horarios el padre, me autorizó para que fuera a buscarla los sábados. No duró mucho el gusto por los bailes y preferimos cambiar por ir a ver buenas películas. Quedamos fascinados con Romeo y Julieta y ahí germinó la semilla del matrimonio pero todavía, éramos demasiado jóvenes.
Abuela murió. Martita empezó la facu,  yo puse un negocio y a ambos nos fue bien.  Ella se recibió y compramos un departamento, aquí mismo, en Saladillo. Ahora estamos esperando a nuestro segundo hijo. Ya tenemos los botellones y esta historia de trenes,  preparados para dárselos.  Después de todo, si nos enamoramos fue porque el  ferrocarril cerró y nosotros nos dedicamos a jugar a las bolitas.



*De Ana María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
Villa Gesell





***

Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:

 GOBERNADOR ORTIZ DE ROZAS

 JOSE RAMÓN SOJO.  ÁLVAREZ DE TOLEDO.    POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA.   JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE.
FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
 ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.   GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.   ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
 D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA.  LA PLATA.


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Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:

GONZÁLEZ RISOS. 

PARADA KM 79.  ENRIQUE FYNN.  PLOMER.  
KM. 55.   ELÍAS ROMERO.  KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD.  MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.  JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.
KM 12.  LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.
 VILLA FIORITO. VILLA CARAZA.  VILLA DIAMANTE.
 PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.


InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar


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