jueves, octubre 05, 2017

EL DÍA QUE NO ES…



*Foto de Paz Bongiovanni. pazbongio@hotmail.com









*


La fragilidad no es una cueva,
un desborde,
la piedra que sabe hacer sapito en pleno salto.
No comemos
de ella.
No la deseamos.
Probamos su sostén
a la vuelta de la esquina,
mientras improvisamos las formas
de creernos casa.
Los restos de una rama nos marcan
la transición
y el verano
casi siempre llega
el día que no es.



*De Valeria Cervero. valecervero@hotmail.com








EL DÍA QUE NO ES…










DELANTAL*



Recuerdo el delantal de mi abuela Maruca
Azul desteñido, pero azul
con un bolsillo grande a la derecha,
su mano sin anillo allí
de vez en cuando,
en el apuro de las mañanas:
limpiar la habitación
barrer los pisos
hacer mandados.
El delantal iba con ella,
tenía una  pechera que
con dos anchas cintas
le envolvía el cuello.
Reina de la casa, mi abuela
con su delantal
repleto de manchas que persistían
lavado tras lavado.
Sobre el bolsillo del delantal
había  flores bordadas
en celeste y turquesa
que se fueron desvaneciendo
despeluchando
que perdieron la forma
la compostura
sin contemplación
al ir de  un asunto
al otro, la mano de mi abuela
dentro del bolsillo acariciaba
su revés
de flor agonizante
durante los días claros
en aquella casa
donde respirábamos las dos.



*De Irma Verolín. irmaverolin@hotmail.com



-Irma Verolín nació en Buenos Aires en 1953.  Se formó en la escritura poética  pero comenzó publicando narrativa. A partir del 2013 retomó la poesía y publicó dos libros, el segundo gracias al premio de la fundación Victoria Ocampo.  Novelas: “El puño del tiempo” y “El camino de los viajeros”. Cuentos: “Hay una nena que gira”, “La escalera en el patio gris”, “Una luz que encandila” y “Una foto de Einstein tocando el violín”. Poesía: “De madrugada” y “Los días”. La editorial Palabrava editará su próximo libro de poemas: “Árbol de mis ancestros”. Es autora de algunos libros de literatura infantil publicados en distintas editoriales. Ha recibido numerosos premios: Emecé, Internacional de Novela Mercosur, Internacional de Puerto Rico, Fondo Nacional de las Artes,  Primer Premio Municipal de C. de Buenos Aires “Eduardo Mallea” entre otros.
Algunas de sus novelas fueron finalistas de los premios Clarín,  Planeta, Fortabat y La Nación. Fue becaria del Fondo Nacional de las Artes en 1999.














Zumbido*



A veces, abro los ojos, me incorporo y camino con lentitud por las estancias. Como si aún estuviese vivo.
A veces, incluso me aventuro a salir al exterior para comprobar que otros seres semejantes a mí se mueven por las calles, se apresuran, chocan entre ellos, se someten a la tiranía de relojes y semáforos, se detienen y se miran unos a otros y en ocasiones conversan.
Sí, a veces también yo finjo estar ahí, entre ellos, provocando sonrisas o muecas de irritación o atascos. Finjo vivir. Pero siempre regreso al lecho en sombras. Me acuesto, cierro los ojos y convoco secuencias que nunca termino de comprender.
Finalmente, me pregunto cuál de estas irrealidades es más ficticia. Cual de estos dos sueños es el que está encerrado dentro del otro. Si tuviese acceso a esa ansiada respuesta, tal vez podría despertar, ser. En uno u otro lado, pero existir.

Lo que más me atormenta es ese molesto zumbido del teléfono que no parece tener lugar y que, sin embargo, nunca acaba de callarse.



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com












*



Es necesario que te nombre,
todavía,
para que el mundo gire y que no duela
la furia de la primavera entre las rosas.
Es urgente tu nombre. Es preciso
recuperarte
de las regiones donde el viento calla,
traerte de a pedazos,
de a jirones,
pero traerte al fin hasta los patios
que supieron de vos,
que te sabían hasta el andar cansado con que anclabas
tu presencia en la tarde.
¿Cómo puede llegar el verano sin tus ojos velando las higueras?
Será preciso pronunciar tu nombre,
las sílabas chiquitas de tu nombre,
las poquitas cuatro letras que te daban un lugar en la tierra.
Es urgente que estés.
¿No ves que tengo las manos cansadas de buscarte?



*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com

















REFUGIO*



Traigo una piedra temblándome en los siglos.
Un talismán. Espacio de los santuarios de todos los azules.
De todos los arroyos. De todos los jirones de mi cuerpo.
Él llegó porque si. Como llega la lluvia.
Nos encontramos en un rincón de la palabra nueva.
Venía de trenes de cemento. De vagones de moho.
Yo, iba buscando de nuevo, las acacias.
Una metamorfosis de Eva y de manzana.
Abrió la puerta. Y en esa puerta, desnuda, lo saludo.
Desnudez más casta que una niña en el páramo.
El llega, ardiendo en lejanías.
Con un vino callado. Tan callado.
Como un toro. Como una plaza. Como un niño dormido.
...Y recordamos juntos...
Antiguas osamentas. Enlutado país, en renuncia de trigo.
Inservibles monedas, de indescifrables signos.
Viejos profanados en delirio de escarcha.
Jóvenes amordazados de purgatorios tristes.
Niños muertos sobre maderas vírgenes.
...Y aquí estamos. Fundando otra vez, refugios.
Un oasis, una pared de pircas. Una barricada.
Con boca amarga, con resaca.
Desmenuzando una tristeza en migas.
Con una cruel costumbre. Una necesidad. Un hambre.
De sur, de norte. De vida.
Sobretodo, de vida.



*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@hotmail.com












*




Te quedaste quieto
y leíste aquel cuento de James Salter
una y otra vez en la noche
intentando descrifrar
algo sobre tu vida.
Ahí estaba
la voluntad de deshacerlo todo
repetida en días y días
pretendida libertad de espíritu retumbando
en tu inconsciente
¿era verdad?
Y la frase
retumbando en tu mente
pelota de tenis golpeando dulcemente las paredes:
"No sabía que la felicidad
era tener lo mismo
todo el tiempo".


*De  Mercedes Álvarez. alvamercedes@gmail.com



-Mercedes Álvarez nació en Tandil, provincia de Buenos Aires, en 1979. Vivió en Mar del Plata hasta los diecinueve años. Entre 1998 y 2006 residió en España, donde se licenció en Sociología por la Universidad Pública de Navarra. Realizó un máster en Gestión Cultural. Publicó los libros Vecinos (Baile del Sol, España, 2010), Historia de un ladrón (Caballo de Troya, España, 2010), Imitación de los pájaros (Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2013), Ficciones súbitas (comp., Eds De aquí a la vuelta, Buenos Aires, 2013) y Saigón (Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2015). En 2013 ganó el premio Edmundo Valadés de cuento latinoamericano con el relato Grow a lover.













Serenidades*



El hálito de aire que me besa cada día.

La certeza de los verdes respirables.

El cobijo del hogar.

Lo transitorio, ya asumido como final.

La cáscara de la palabra,

hurgada hasta encontrar su hueso...

Son serenidades cosechadas día a día

después del empeño; del rechazo; del esfuerzo

es decir, del tiempo.

Ni más ni menos que el Maestro.

Yo simplemente deslizo este largo rosario

de sencillos rituales que conforman toda una vida.


Serenidades cosechadas día a día.


*De Miryam Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar











*


"A las víctimas de la espera"


-Dedicatoria de Zama. Novela de Antonio Di Benedetto.
(Mendoza, 2 de noviembre de 1922 - Buenos Aires, 10 de octubre de 1986








Inventren







EL ESPERADOR*



La habitación es pobre, por la ventana entra una luz tamizada por una cortina con agujeros, que producen manchitas irregulares de sol sobre el muro encalado. Una araña de patas largas y cuerpecito minúsculo hace filigrana en el techo. Hay una cama, un escritorio sencillo de madera, una lámpara con el pie curvo, despintada como todo, apagada a pesar de que el sol allá afuera está bien alto pero adentro es penumbra y tristeza.
Revistas viejas apiladas, un ventilador de metal sobre una silla, un ropero al que las puertas no le cierran del todo.
Adivinamos un baño del otro lado de la pared por el goteo lento pero continuo. Suponemos sin verlo que la tapa del botón falta, y para realizar la descarga del inodoro habrá que tirar del fierrito dentro del pozo rectangular abierto como una boca que ni llora ni ríe, abierto el rectángulo como una boca asombrada, suspendida en un grito o quizás inmóvil simplemente, esperando algún tipo de reparación.
Un hombre en camiseta sin mangas está acodado en la mesa de la habitación. No hay relojes allí, sólo las manchitas de luz que imperceptiblemente recorren las paredes y hacen de reloj de sol indicando que el mundo transcurre allá afuera. El sol se mueve, las manchas pasean lerdas por la pieza como constelaciones nocturnas de inmensidad y lejanía, aquí nunca es de día ni de noche, nos decimos, no es un buen lugar para cultivar vida.
Canta un pájaro, algún perro ha ladrado confusamente en algún lugar. Les contestan. Otros pájaros se desgañitan en respuesta, otros perros emiten sus voces destempladas comentando lo que dijo el congénere.
El hombre no se ha movido. Vemos que hay una pavita abollada, un calentador, un mate de madera recubierto en aluminio, una lata de yerba ennegrecida. Otra lata suponemos que contiene galletas, pero no la ha abierto.
El hombre está encorvado, los brazos sobre la mesa y la cabeza con pocos cabellos obstinadamente fijada hacia adelante. Le corre un gota de sudor temblorosa desde la axila. Anacrónicamente, una pantalla de ordenador le ilumina los ojos. Habríamos creído que un lápiz de madera y una hoja rayada serían más convenientes, pero la notebook delante de su rostro está tan deslucida como el resto de las cosas, polvo entre las teclas, la pantalla sucia y en una esquina del aparato una cinta aisladora remendando una quebradura.
Escribe con dedos pálidos "resido en Baudrix", y en el ordenador que desmaterializa el ser y lo transforma en unos cuantos caracteres viajando por el globo, se transforma en una frase maravillosa, él se transforma en un hombre misterioso y fascinante. Baudrix. Una mujer se imagina un caballero hermoso y distinguido en una casa de tejas negras en medio de un jardín con una fuente. Otra mujer se dice "Baudrix" y aparece un muchacho lánguido de nariz recta sentado en el pretil de un puente de piedra sombreado por altos pinos. "Baudrix" se dice otra, y evoca prados verdes y quizás robles, y quizás a lo lejos la aguja del campanario de una capilla medieval.
"Baudrix" ha dicho ella. Y sonríe, y piensa en el hombre en camiseta, en la cama de hierro, en la uña del dedo gordo del pìe derecho que le rompe las zapatillas de lona. Piensa en los cabellos ralos, las mejillas mal afeitadas. Recuerda la mujer la cortina con agujeritos, el comedor con los muebles de la abuela, el patio de baldosas desparejas.
"Escribe él, aquí, en Baudrix", se dice la mujer. "Y está solo, y espera" se dice. Espera aunque en la estación ya no arribarán más trenes. Lanza sus botellas, él, y todavía. Espera. Se dice la mujer.
El timbre no funciona. Unos nudillos golpean la puerta.

El hombre se pone una camisa de mangas cortas sobre la camiseta, se calza las chinelas y gira el picaporte de su puerta.



*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com










-Próximas estaciones de escritura:

PLOMER    
-Por Ferrocarril Midland-

JUAN ATUCHA.  
–Por Ferrocarril Provincial-


***
El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril Provincial:

JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE.   FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.  
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.  
ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.    D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.   
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.   LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA.  GOBERNADOR GARCIA. 
LA PLATA.

***

El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril Midland:

KM. 55.    ELÍAS ROMERO.    KM. 38.   MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.  
MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS. 
JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.   KM 12.   LA SALADA.   
INGENIERO BUDGE.  VILLA FIORITO.  VILLA CARAZA.   VILLA DIAMANTE.
 PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.



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